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La vuelta de Javier Vizcaino, en confianza

Otra ‘alerta antifascista’ fracasada

Otra ‘alerta antifascista’ fracasada

¿El apocalipsis?

– Estaba cantado. Toca rasgado ritual de vestiduras, festival de aspavientos y soplado a pleno pulmón de las trompetas del apocalipsis. Todo, porque se ha cumplido (casi autocumplido) la funesta profecía que situaba en el Gobierno italiano a los herederos de Benito Mussolini justo un siglo después de su primer advenimiento. Empecemos por ahí a relajar la hiperventilación. Estos Fratelli d’Italia liderados por la virtual primera ministra del país transalpino no dejan de ser una versión aguachirlada de su referente histórico. Es radicalmente verdad que Giorgia Meloni tiene un amplio historial de bocachancladas rezumantes de nostalgia del fascismo original. Pero también lo es que en cuanto se vio con posibilidades reales de alcanzar el poder, se quitó de encima toda esa caspa y la sustituyó por los tópicos de todos los partidos de la pujante extrema derecha europea, principalmente mano dura contra la inmigración ilegal y descalificación sin matices de las llamadas políticas de género con doble subrayado respecto al lenguaje que las acompaña.

Esto no empezó ayer

– ¿Cómo puede ser que semejantes mensajes triunfen entre los electores que están en una situación socialmente más jodida? Esa es la pregunta que, no solo en Italia sino cada vez en más lugares de la Unión Europea (y ex Unión Europea; véase Gran Bretaña) deberían hacerse las formaciones que se tienen como de izquierdas o, según el eufemismo al uso, “de progreso”. La cuestión tendría un pase si estuviéramos hablando de un fenómeno que empezó ayer. Pero llevamos prácticamente dos décadas viéndolo. Y toda la respuesta de los dignos y puros se reduce a decretar tontorronas “alertas antisfascistas” que siempre salen por la culata y a tachar de ignorantes a las mismas personas que no hace tanto componían su músculo electoral. ¿Se han hecho fascistas en masa de un rato para otro? Nadie puede creerse algo así en serio.

Recuperar la confianza

– Lo fácil, claro, es pontificar chulescamente, como hizo ayer un señoritingo sentado a la diestra de Ferreras, que “los italianos han olvidado su propia historia y lo volverán a pagar” o clamar que la culpa es de los medios que “han normalizado” a la coalición que arrasó el domingo. Cuesta más pararse a pensar en el modo de recuperar la confianza de quienes se sienten tan asqueados (lo del desencanto fue hace varios capítulos) que han decidido, en el mejor de los casos, no votar, y en el peor, entregar su papeleta a unos partidos tóxicos que, sin embargo, han sabido hacerles creer que les importaban sus tristes vidas. l