Este viernes, 31 de enero, una de las personas del Estado que más sabe, si no es la que más, sobre el sector cárnico, el director general de la interprofesional de carne de vacuno, PROVACUNO, Javier López, aterriza en Euskadi para dar una conferencia organizada por la organización agraria ENBA de Gipuzkoa.
Llama la atención que el título de dicha conferencia tilde de “alocado” el momento que vive el sector cárnico, precisamente cuando las noticias de la prensa sectorial nos hablan de un repunte de las cotizaciones de los animales destinados a la producción de carne.
Al parecer, y hablo de oídas y de lo que leo en uno y otro lado, las sucesivas sequías de los últimos años, al menos en la parte central y sur del Estado, provocaron que durante esos años muchos animales fueran enviados al matadero, al no contar con alimentación suficiente en la explotación.
Por otra parte, las sucesivas enfermedades animales que vienen sufriendo las ganaderías, bien sea la lengua azul, bien la enfermedad hemorrágica del puñetero mosquito, además de las ya habituales en el sector, han provocado una disminución importante de la cabaña.
Por otra parte, la demanda interna, es decir, el consumo de carne de vacuno en el Estado ha abandonado la senda descendente, e incluso en los últimos años se ha dado un pequeño ascenso. La demanda externa, por su parte, asciende de forma notable y muestra de ello es que la exportación a terceros países, principalmente a países del norte de África, se consolida como una alternativa a tener muy en cuenta.
Ambos motivos, todos ellos juntos, han generado la tormenta perfecta y conllevado una menor oferta de animales en los mercados ganaderos donde, consecuentemente, se han encarecido los terneros para su engorde en los cebaderos.
Los cebaderos, por su parte, si es que quieren seguir produciendo, pagan más por los terneros para engorde, pasteros, cuestión que está muy bien en tanto en cuanto posibilita que los ganaderos con vacas nodrizas, las madres de los terneros, puedan rentabilizar en cierta forma su trabajo.
Además, posteriormente, tras unos meses de engorde en base a una alimentación suplementaria, es decir, más allá de la hierba y/o forrajes que uno pueda tener en sus fincas, y con una alimentación que, si bien hay que reconocer que ha bajado algo para nada ha descendido al umbral de hace unos pocos años, finalmente, como resultado, obtenemos que el coste del ternero cebado se ha incrementado notablemente, aumento difícilmente repercutible al comprador, sea un carnicero, un mayorista o una cooperativa.
Esta es la base de la alocada situación actual, narrada, ruda y básicamente, con mi lenguaje, igualmente rudo y básico, fruto de un conocimiento escaso de la materia pero, aun así, creo que no ando muy desacertado.
Si los costes de producción suben por cuestiones de mercado que el ganadero no controla, el ternero para engorde, pastero, debe subir y así lo está haciendo, principalmente en algunas zonas, porque, como decía anteriormente, el ganadero que tiene vacas tiene la necesidad de rentabilizar su actividad.
Ahora bien, los ganaderos que se dedican a cebar terneros, sean los nacidos en su propia explotación, lo que llamamos hacer ciclo cerrado, sean los nacidos en otras explotaciones, también tienen que rentabilizar su actividad de engorde y para ello debe subir el precio que perciben por los animales engordados. Es decir, tiene que subir la carne finalmente resultante, no vaya a ser que caigan en la tentación de bajar el precio de los pasteros.
La cadena cárnica es larga y compleja, porque más allá de los ganaderos, con vacas nodrizas y terneros y/o cebaderos propiamente dichos, están los centros de sacrificio, mataderos, las industrias cárnicas que despiezan, embandejan y comercializan las carnes y, finalmente, cómo no, están los que se dedican a vender la carne al consumidor, sean los carniceros individuales sean los súper e hipermercados integrados en las grandes cadenas de distribución.
Todos ellos conforman la cadena cárnica, que existe desde la explotación ganadera hasta su plato, y todos ellos tienen la necesidad y el deber de ganar dinero para sacar adelante sus familias y seguir invirtiendo en la modernización de sus explotaciones.
Se ponga como se ponga cualquiera de los eslabones de la cadena, nadie saldrá adelante a costa de la muerte de otro eslabón, y por ello es más necesario que nunca que se doten de transparencia a las interacciones entre ellos, regulen los acuerdos (y desacuerdos) entre los diferentes eslabones y se trabaje por la aprobación de un sistema de precios indexados.
Este sistema deberá tener en cuenta los costes, el consumo, los pasteros, los sobrecostes de las marcas de calidad certificada, las cotizaciones de las lonjas de referencias, el precio PVP, etc. para crear así una metodología que permita construir un precio final que satisfaga las necesidades de todos y cada uno de los eslabones.
Si alguno de los eslabones, y con esto finalizo, tiene la tentación de seguir ahogando al ganadero, mucho me temo que más pronto que tarde ocurrirá lo que hace un par de años ocurrió con la leche de vacuno, es decir, que haya falta de producto, estatal al menos, en los puntos de venta.
Juguemos con cabeza. Aprendamos de los que saben. Escuchemos, por ello, a gente experta como Javier López. Nos vemos.