a trascendental cumbre climática que se está celebrando en Glasgow y que se encuentra ya en su momento decisivo está poniendo de relieve la urgente necesidad de resolver uno de los aspectos críticos a los que se enfrentan la humanidad y el planeta: la sostenibilildad de todas las actuaciones sea en los ámbitos social, económico o medioambiental. Desde que las Naciones Unidas aprobaran en septiembre de 2015 la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -iniciativa sustitutiva de los Objetivos del Milenio (ODM)-, Euskadi recogió el guante y adoptó el compromiso de impulsar este plan de acción global y alcanzar las metas establecidas de acabar con la pobreza y las desigualdades, construir sociedades más justas e inclusivas y preservar el planeta mediante la implementación de políticas públicas y su adaptación y extensión a toda la sociedad. La Agenda Euskadi Basque Country 2030 aprobada por el Gobierno Vasco en 2017 ha constituido desde entonces la hoja de ruta de la transformación que ha llevado a cabo la CAV y que ha sido una referencia en Europa respecto a los avances en los ODS. Tras esta primera fase, y teniendo en cuenta los progresos y los retos pendientes a diez años vista y el extraordinario impacto que ha tenido y sigue teniendo la pandemia del covid-19 sobre la realidad de las circunstancias de los 17 objetivos fijados por la ONU, se impone ahora dar un paso más. Es imperioso acelerar el ritmo y actualizar y mejorar los mecanismos de coordinación interinstitucional y de colaboración y participación pública, privada y social de cara a la transformación integral que la meta requiere a futuro. La constitución ayer del Foro Multiagente de Transición Social y Agenda 2030 pretende, en este sentido, ser el gran escenario de diálogo, acuerdo y coordinación entre instituciones, universidades, entidades del tercer sector y representantes de la colaboración público-privada en materia de ciencia, innovación y transformación para reafirmar el compromiso de Euskadi con la sostenibilidad. Un foro cuyas líneas de actuación y orientación estratégica no pueden quedarse únicamente en el papel y deben constituir un compromiso compartido con el conjunto de la sociedad, cuya ciudadanía debe implicarse también en estos objetivos ya ineludibles para el futuro de la humanidad y del planeta.