l acuerdo tras meses de bloqueo institucional entre el Gobierno español y el PP para la renovación de los grandes órganos de las instituciones del Estado dibuja un repentino cambio de estrategia en las filas populares pero avanza también las suspicacias sobre la decisión de dejar fuera al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces. De entrada y en un tiempo récord, los dos grandes partidos del Estado arrancan la negociación para renovar los integrantes del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo o la Agencia de Protección de datos que puede hacer de avanzadilla para sentar las bases sobre el acuerdo, si lo hubiera, en el Poder Judicial. Cabe recordar además que hoy lunes se reunirán los principales negociadores, y lo harán horas después del cierre del congreso que el PSOE ha celebrado este fin de semana en Valencia, un deshielo tras meses de alejamiento y de interinidad de los órganos que puede servir a los partidos en clave interna para recolocarse de cara a las elecciones generales de dentro de dos años. Las nuevas instituciones que serán renovadas, no obstante, aún no cuentan con nombres definitivos que con toda seguridad quedarán definidos por las cuotas, en el caso del Constitucional, dos del PSOE y dos del PP que deberán pasar por el filtro del Congreso y el Senado en un Parlamento muy fragmentado. La voluntad política ha brotado súbitamente y cabe celebrar el fin de un bloqueo político que erosionaba las instituciones por la interinidad de sus integrantes que, además, dificultaba su correcto funcionamiento. Voluntad por parte de un PP que tendió repentinamente la mano y un PSOE que la recogió; con un Casado intentado reformar su imagen al frente de un partido que aspira a gobernar y principal formación de la oposición apuntándose tácticamente el tanto del desbloqueo y acercándose a la moderación frente a Vox y con el Ejecutivo de Sánchez responsable último de impulsar y renovar las citadas instituciones. La fumata blanca para el CGPJ debiera ser resultado también del espíritu negociador, que, aunque en medio de la estrategia política, sirva para desencallar las conversaciones sin vetos y por consenso, sobre todo por parte de Unidas Podemos, parte del Ejecutivo y por lo tanto integrante tanto de la negociación como del pacto.