l Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2022 ha superado su primera etapa: la necesaria articulación de una propuesta que alinee las prioridades de los partidos socios en el Ejecutivo. Para ello, Sánchez ha autorizado que Unidas Podemos rentabilice en términos de imagen una normativa de Vivienda que le permite articular un discurso de los considerados progresistas, aunque varias de sus medidas ponderadas como más avanzadas estaban ya en vigor en Euskadi y en otras autonomías. Por su parte, el presidente se arropa con los mensajes que calan en la calle: las subidas salariales a funcionarios y pensionistas, el IMV o el récord en inversión pública merced a los fondos europeos, entre otras iniciativas, como los sin duda populares pero aún rodeados de claroscuros bonos cultural y de alquiler para los jóvenes. Bucear en las cuentas será condición imprescindible para su valoración más justa y realista. Ni abrazar ni denostar sus banderas debe hacerse sin un diagnóstico sincero, desideologizado y muy práctico, que permita medir efectos concretos: desde el alcance real de los 400 millones que se contempla recaudar con la cotización mínima del 15% en el impuesto de sociedades en relación a la inversión en innovación y creación de empleo, hasta la vocación transformadora o meramente asistencial de la economía en función del destino de los fondos a recibir. Los presupuestos expansivos presentados por el equipo de Sánchez son una condición necesaria pero no suficiente para su aprobación. Para eso precisa del respaldo de fuerzas centrales de su mayoría imprescindible, como PNV o ERC. Comienza la fase de seducción, que tiene más que ver con la credibilidad mediante el cumplimiento de compromisos previos -el lehendakari fijaba esta misma semana entre estos la garantía presupuestaria del TAV para Euskadi o las transferencias pendientes de infraestructuras de transportes- que con la mera obligación que pretende imponerse desde el Ejecutivo a sus socios externos para evitar el crecimiento alternativo de la derecha española. No es momento de reclamar cheques en blanco sino de encarar una transformación económica, social y ambientalmente sostenible. Euskadi tiene su hoja de ruta avanzada en esos campos y los votos que desde aquí puedan aportarse a la estabilidad de Sánchez deben servir para garantizar su cumplimiento.