a reflexión sobre el autogobierno planteada el jueves por el lehendakari durante su discurso en el debate de política general del Parlamento Vasco ha derivado en una lamentable y descalificadora interpretación de las palabras de Iñigo Urkullu por parte de la oposición, del PSE y de gran parte de la opinión publicada que intencionadamente busca impedir o enturbiar un debate absolutamente necesario. La alusión del jefe del Gobierno Vasco a la recuperación de la soberanía previa a 1839 y su actualización con base en la idea de la nación foral fue artificialmente falseada, caricaturizada y tachada poco menos que como una propuesta “del siglo XIX”. La polémica es estéril por fraudulenta y solo sirve a los intereses políticos de quienes no desean, precisamente, la profundización, modernización, adaptación y blindaje del autogobierno para una sociedad avanzada como la vasca en pleno siglo XXI. El lehendakari evidenció a las claras el deterioro que sufre el Estatuto de Gernika a punto de cumplir 41 años, como se ha comprobado y aún se comprueba a diario durante la trabajosa gestión de la pandemia -plagada de decisiones unilaterales del Estado, incluidos los vetos judiciales- y se plasma en el volumen La erosión silenciosa de reciente publicación. Asimismo, planteó su apuesta por la actualización e interpretación moderna del autogobierno con base en los derechos históricos amparados por la Constitución y el Estatuto y con un sistema de garantías para la relación bilateral con el Estado mediante la fórmula del Concierto Político. “Es decir, lealtad recíproca y seguridad jurídica en el ejercicio de un autogobierno actualizado con el objetivo del desarrollo y bienestar individual y colectivo”, según añadió Urkullu. Nada de esto, ni forzadamente, es algo de hace 200 años. Se trata de un modo de resolución del “problema vasco” mediante la profundización democrática, legal y renovada del autogobierno para la sociedad vasca del futuro. La perversa caricaturización de este planteamiento bajo una falsa argumentación no puede ocultar que el debate sobre el autogobierno, el cumplimiento del erosionado Estatuto que explícitamente hunde sus raíces en los derechos históricos forales y el nuevo estatus que exige la sociedad vasca del siglo XXI es cada vez más imprescindible en busca de un gran acuerdo lo más amplio posible.