a política española ha vuelto a dar en las últimas horas síntomas alarmantes de degradación. Los vergonzosos episodios que han tenido lugar en Murcia y Madrid retratan a una clase política absolutamente fuera de la realidad, ajena al sentir de la ciudadanía y carente del más mínimo sentido democrático. Ante la sucesión de acontecimientos, solo cabe el bochorno y la indignación. Como si algunos partidos y dirigentes no hubiesen entendido aún, un año después, que estamos ante una situación sanitaria, social y económica de emergencia mundial con decenas de miles de muertes a causa del covid-19 y frente a la que solo cabe la unidad y el compromiso responsable para afrontar una crisis sin precedentes en la historia, algunas formaciones se han lanzado ahora a un lamentable y vergonzante juego de tronos plagado de traiciones políticas fuera del leal juego democrático y casi siempre ajeno a los intereses de la ciudadanía con el objetivo de desgastar al contrario -incluso a costa de fortalecer al adversario-, alcanzar o retener, en su caso, el poder por cualquier medio y a cualquier precio y, en definitiva, obtener réditos políticos. Algo inconcebible si no fuese dramáticamente recurrente en la política del Estado. Pero sin duda la actuación más grave desde todos los puntos de vista -más incluso que el estrepitoso fracaso táctico, estratégico y de liderazgo de Inés Arrimadas dentro de Ciudadanos- ha sido la del Partido Popular. La indecente compra de tres tránsfugas de C's que en pocas horas pasaron de firmar la moción de censura en Murcia a ser nombrados nada menos que consejeros en el Gobierno que pretendían arrumbar, así como la cuestionable maniobra de Isabel Díaz Ayuso -con o sin conocimiento previo de la dirección de su partido- convocando elecciones tras disolver la Asamblea de Madrid antes de ser desalojada por esa misma Cámara retratan la trayectoria corrupta de un partido en plena degradación. Lo de menos ante este panorama es la situación en la que quedan algunos dirigentes, en especial Arrimadas -penosa, en cualquier caso- o el futuro de C's como partido. El juego cruzado de traiciones, mociones, compras de votos y demás maniobras no deja de ser un acto más de corrupción y de ataque al sistema democrático y un poderoso motivo más para el desprestigio y el desapego a la política por parte de la ciudadanía.