asadas las fiestas navideñas, la sociedad vasca retoma hoy el pulso de la normalidad limitada por la pandemia. La vuelta a los colegios marca para decenas de miles de familias el fin de las vacaciones y pone fin a una relativa autolimitación de la movilidad de las personas. El inicio del periodo de rebajas, que arranca tradicionalmente el 7 de enero, traerá consigo también un mayor movimiento hacia los comercios. Los centros de trabajo, asimismo, vuelven a su ritmo previo a esos días de vacaciones que se dejan para fin de año. Y todo ello se produce en una coyuntura extremadamente delicada en lo que a la evolución de la pandemia se refiere. El lehendakari lo remarcaba en su último mensaje a través de las redes sociales: la situación "sigue siendo de extrema gravedad". Las celebraciones de la Nochebuena y Navidad ya han dado lugar a un repunte de los contagios en los datos difundidos estos días por el Departamento de Salud, pero aún queda por comprobar qué progresión se derivará de los excesos cometidos por muchas personas, pese al comportamiento ejemplar de una amplia mayoría de la sociedad vasca, durante la Nochevieja y el día de Año Nuevo. Pese al mantenimiento de las restricciones horarias en la hostelería y el comercio, así como de los horarios del toque de queda, la apertura de la movilidad interterritorial en la CAV y entre comunidades no augura un escenario demasiado halagüeño. La tasa de positividad se ha situado durante varios días por encima de los valores que se consideran aceptables para ir domando la excepcionalidad sanitaria. El dato positivo llega desde las UCI, donde ha ido disminuyendo el número de personas allí tratadas, hasta situarse en 71. Pero no hay ningún motivo para un optimismo que pueda llevar a relajar las medidas preventivas. Una vuelta a la actividad plena desde hoy unida al aumento de los contagios que se han venido registrando pueden suponer un cóctel demoledor. Los técnicos del LABI analizarán mañana y el lunes la evolución del virus entre nosotros, y ese día 11 el comité asesor, presidido por el lehendakari, decidirá si toma medidas más estrictas. El panorama que se presenta recuerda mucho al vivido a finales del verano, cuando una relajación excesiva por un número importante de personas trajo consigo una dura segunda ola. Evitar una tercera similar o peor es tarea de todos.