ranscurrida poco más de una semana desde la entrada en vigor, el pasado 12 de diciembre, de las nuevas medidas implantadas en Euskadi con el objetivo de frenar la pandemia de COVID-19 -entre ellas, la reapertura parcial de la hostelería y la movilidad entre municipios- y a la espera de que mañana la comisión técnica del LABI analice los últimos datos y plantee endurecer o no las restricciones establecidas de cara fundamentalmente a las fiestas navideñas, la evolución de la enfermedad parece haber entrado en una meseta con una lenta y muy paulatina mejoría. La tasa de positividad en la CAV está situada en el 3,0%, con lo que acumula ya cuatro días consecutivos por debajo del 4%. Una situación que, lejos de invitar a la euforia ante lo que, objetivamente, supone un pequeño alivio, empuja a extremar la prudencia y -sea cual sea la decisión del Gobierno Vasco respecto al endurecimiento de las restricciones- a evitar cualquier relajación en el cumplimiento de las medidas de prevención. A lo delicado de la situación se suma ahora también la extraordinaria incertidumbre generada por la aparición en Gran Bretaña de una nueva cepa del virus, que se cree que puede ser aún más contagiosa, y que ha obligado al Gobierno de Boris Johnson a decretar un restrictivo confinamiento de Londres y de las regiones del sur de Inglaterra y a varios países europeos a cancelar sus conexiones aéreas con el Reino Unido. La gran y preocupante evidencia es que el virus sigue acechando y destruyendo vidas en todo el mundo y vuelve a cebarse con Europa, parte de la cual está tomando medidas duras para evitar los demoledores efectos de una tercera ola en enero. De ahí que, en vísperas ya de las fiestas navideñas, sea aún más necesario el llamamiento a evitar cualquier tipo de riesgo de contagio, a extremar la prevención y a reducir al máximo la movilidad y los encuentros sociales y familiares. Lo volvieron a poner de manifiesto ayer tanto el lehendakari como varias entidades sanitarias vascas. Es, por ello, fundamental incidir en el comportamiento individual y colectivo. En su apelación de ayer, Iñigo Urkullu dejó claro que “ningún decreto de restricciones puede sustituir lo que como sociedad solidaria podemos hacer” cada uno. La no relajación y la libertad autolimitativa y responsable siguen siendo las claves para seguir salvando vidas.