ñigo Urkullu fue reelegido ayer lehendakari merced al acuerdo político que nace del mandato de la ciudadanía en las elecciones del pasado 12 de julio. Un extremo que en momentos pareció olvidado ayer a conveniencia de los discursos de los partidos de oposición. Como el propio concepto indica, ejercieron la función de oponerse pero no, pese a las pretensiones de proyectar lo contrario, de ofrecer alternativa. El Pleno de investidura resultó ayer clarificador desde primera hora, cuando comenzó con la intervención de Maddalen Iriarte, formalmente candidata de EH Bildu a lehendakari pese a que su puesta en escena buscó consolidar su liderazgo de la oposición -llegó a negar que representara a la izquierda aber-tzale-. Un liderazgo que ya le daba el resultado del 12-J al ponerla al frente de la minoría parlamentaria. En consecuencia, la sesión de ayer fue una herramienta de visibilidad pero no una palanca de alternativa. El único programa de gobierno que se presentó en la Cámara vasca fue el que pactaron PNV y PSE y que defendió Iñigo Urkullu. Los ejes del mismo responden a la prioridad del momento social y económico y, sin perder de vista los asuntos endémicos en el país -convivencia y autogobierno- vuelcan la prioridad del esfuerzo en las demandas de la ciudadanía, que pasan por la seguridad sanitaria, la sostenibilidad de los servicios públicos, tan ponderados en los ciclos de crisis, y especialmente la necesaria reactivación de la economía y el empleo, auténticos pilares del modelo de bienestar que permiten afrontar sus costes. En ese sentido, el debate real, el de poner en marcha el país, no existió por incomparecencia de la oposición ante la propuesta de Urkullu. La estrategia del desgaste, el mero enunciado de la necesidad de cambio ya fue juzgado por las urnas en julio con el resultado de un Gobierno de mayoría absoluta que se reproduce tras ofrecer a la ciudadanía un modelo de gestión conocido que ha salido refrendado. El lehendakari reedita su mandato con compromisos explícitos en ese sentido y con la intención de aprobar un buen número de leyes que chocaron en la última legislatura en la mayoría de la oposición. Arranca una legislatura muy difícil donde toca bregar con el coste social de una realidad incontrolada a nivel global. Requerirá de un ejercicio de liderazgo firme ya que, por lo visto ayer, los escaños de la oposición serán un espacio de confort para sus ocupantes.