Según la Fiscalía, las trastiendas y sentinas del GAL están cubiertas por la prescripción y, en consecuencia, no van a ser investigadas en el entorno de los tribunales de justicia… y en ninguno. Es decir, que el poder judicial avala lo cometido por el poder ejecutivo en su día, gobernando Felipe González y los suyos, el llamado felipismo, el de los corruptos hasta las cachas, algo que parecemos haber olvidado, tapado por los peperos que hicieron del mangarla un encaje de bolillos. En aquel régimen felipista se saquearon a más y mejor las arcas del Estado, aunque tengo para mí que al final unos pagaron por todos, y que si hubo enriquecimiento, lo hubo generalizado, pues de otro modo no se entienden las fortunas conseguidas por muchos de los protagonistas de entonces.

Si hay prescripción, como sostiene la Fiscalía, la hay gracias a una actuación continuada y en extremo dolosa dirigida a ese fin, por parte de todas las instituciones del Estado, impidiendo cualquier tipo de investigación de fondo, ya fuera judicial o mediática, que condujera a conocer lo realmente sucedido y quienes fueron sus verdaderos responsables. Y no solo eso sino que se ha venido impidiendo incluso que víctimas de aquella banda criminal obtuvieran la consideración de tales: al caso de García Goena me remito. No basta con las confesiones policiales de aparato y ganancia segura, de aquellos que se enriquecieron con el negocio del crimen, por decirlo de forma breve y comprensible, e hicieron de sus confesiones un circo y una industria. Gente execrable que tenía patrones y se sentía por ellos protegida a niveles de encubrimiento cómplice. Tirar o no tirar de la manta. Eso tiene un precio y en ocasiones se paga con gusto. No nos enteramos de nada o de muy poco: con eso cuentan.

El encubrimiento de las chapuzas, excesos y crímenes de Estado es una tradición en países con o sin democracias imperfectas. Cuando por fin se hace luz sobre los asuntos que apestan, como el del GAL y su señor X y Cía, es tarde y ya nada ni a nadie importa. También cuentan con ello: el tiempo lo arrolla todo, hasta las ganas de saber lo que sucedió hace más de treinta años. El tiempo y sus más firmes aliados: la pereza y la actualidad mediática que dicta lo que tiene interés y lo que no. Cuando no trae cuenta hacer circo, no se hace. Pero no solo eso: el actual poder judicial cuenta con un amplio apoyo social que ve que lo del GAL estuvo bien hecho, que era lo que había que hacer con ETA. Lo han dicho en varias ocasiones. Los tribunales pudieron condenar a Vera y Barrionuevo, pero los suyos y los que ni lo eran ni lo son, los han absuelto, mucho antes de que fueran indultados. Es más, ahora creo que hay un ambiente más proclive a ese tipo de actuaciones, muy de los de “con la razón o sin ella”, que entonces, cuando todavía estaba fresco (y ahora también pero para otros negocios) el recuerdo de la dictadura franquista y eran más los que querían alejarse cuanto antes de ella, que los que querían seguir bajo su palio y maneras. Las cosas han cambiado mucho en estos tres últimos años y amenazan con cambiar todavía más.

Ahora me temo que el asunto del GAL es algo brumoso e indeseado… salvo para una minoría que el tiempo y el acoso del presente reduce, y para los familiares de los asesinados… García Goena por equivocación que nadie, empezando por los propios jueces, tiene interés alguno en esclarecer. Hubo más equivocaciones y hubo más crímenes execrables que a la postre fueron absueltos por esos mismos indultos que ahora mismo alborotan a la extrema derecha y sus amigos que hacen portada de prestigio en la caverna del ABC, como si su palabra fuera digna de ser escuchada, al margen de su público habitual que aplaude sin recato. Vividores. Por decir algo. Mis muertos y tus muertos, mi clase y la tuya, mi gente y la tuya, mis indultos y los tuyos… mi trinchera y la tuya. Entre tanto, la sociedad mercantil Señor X y Cía, hace patria fumándose unos señores puros y perorando sobre la vida y sus dones, copazo en mano.