uskadi está sufriendo de manera importante las consecuencias de la sucesión permanente de crisis económicas que venimos arrastrando desde el año 2008 y que, salvo unos pocos años de recuperación y crecimiento, ha tenido continuidad con los efectos negativos del covid-19 a la que han seguido los derivados de la reciente invasión de Ucrania que impiden mirar el horizonte con perspectiva, sin que a lo largo de todos estos años se hayan planteado propuestas sólidas e innovadoras para dar respuesta a un escenario en permanente mutación y continua incertidumbre.

La ausencia de políticas innovadoras basadas en actuaciones de mayor complejidad para anclar las señas de identidad del modelo económico vasco como un elemento de valor añadido frente a una globalidad que pretende uniformizar es lo que ha hecho que este país haya perdido referencialidad en muchos aspectos y presente algunos déficits estructurales de calado y de difícil respuesta en el corto plazo.

Nos estamos acostumbrando a la resignación como consecuencia de una cierta impotencia provocada por la incapacidad de dar respuesta al curso de los acontecimientos, cuando este país históricamente ha sido capaz de afrontar las mayores adversidades internas, -entre las que destaca, sin ninguna duda, la existencia del terrorismo a lo largo de muchos años-, poniendo de relieve todas sus fortalezas tanto individuales como colectivas en una sola dirección para convertirse en un modelo referencial en el que fijarse.

Afortunadamente, todavía tenemos algunas cosas que podemos enseñar al mundo como es el movimiento cooperativo de Mondragon que sigue despertando el interés internacional, hasta el punto de que, a finales del pasado mes de abril, un periodista de la prestigiosa revista estadounidense The New Yorker, ha pasado una semana en Arrasate visitando varias cooperativas para conocer en profundidad la realidad de las empresas de economía social guipuzcoanas y sus retos de futuro, que no son pocos e importantes.

En medio del debate público que en las últimas semanas se está registrando en sectores económicos sobre la pérdida de referencialidad de Euskadi y las debilidades socioeconómicas que presenta, es pertinente traer a colación la tesis doctoral que bajo el título Normas, valores y narrativas asociadas a la transformación socioeconómica de la sociedad vasca, ha elaborado el director de Agirre Lehendakaria Center (ALC), Gorka Espiau, en la que investiga la transformación vivida en Euskadi desde 1978, es decir, desde el final de la dictadura franquista, hasta nuestros días.

Un trabajo que se presenta como una aportación académica sobre la dimensión cultural de los procesos de innovación social y un análisis sobre los retos actuales que tenemos los vascos, así como una reflexión sobre la posibilidad de compartir y transferir la experiencia vasca a otros lugares del mundo desde el impulso de nuevos modelos de desarrollo humano sostenible.

La tesis doctoral de Gorka Espiau, -que ha estado dirigida por el exlehendakari y máximo responsable de ALC, Juan José Ibarretxe y el catedrático emérito de Filosofía del Derecho de la UPV-EHU, Francisco Javier Caballero-, fue presentada el pasado jueves, en la Facultad de Derecho de Donostia, obteniendo la calificación de sobresaliente cum laude por el tribunal presidido por el catedrático jubilado de Historia de las Ideas Políticas y Ciencia Política de la UPV/EHU, Pedro Ibarra, y analiza los valores que han hecho posible el proceso de innovación protagonizado por la sociedad vasca en los últimos 44 años y que algunos, por desgracia, están en franca decadencia, por no decir en fase de desaparición.

Entre estos valores destaca la autorresponsabilidad, -es decir, la asunción por cada individuo de la parte de responsabilidad que le toca como condición indispensable para la acción colectiva-, que ha sido una de las claves para entender la capacidad de innovación interna que ha desarrollado la sociedad vasca, en contraste con otras experiencias que han visto frustrados sus procesos de transformación hacía nuevos modelos de desarrollo humano sostenible.

Otro elemento importante que ha definido el proceso de transformación registrado en Euskadi en las últimas décadas ha sido el de la solidaridad y acción colectiva que ha tenido su mejor reflejo en experiencias como el movimiento cooperativo de Mondragon, los talleres Gureak, el sector de la gastronomía o la recuperación del euskera que nacen de una respuesta colectiva a una situación de emergencia y crisis total, en donde era imposible siquiera plantear respuestas individuales.

Es una nueva aplicación del viejo concepto de auzolan que aporta el valor del bien común entendido "como la voluntad de trabajar por el beneficio mutuo, es decir, la forma de aunar fuerzas ante un entorno hostil". Sin embargo, para el autor de la investigación académica, el valor del auzolan podría estar en cuestión en la actualidad porque "en la medida que la calidad de vida ha mejorado significativamente, la sensación de necesidad y urgencia para responder conjuntamente ha disminuido".

También la igualdad aparece como un valor significativo en el caso vasco, aunque asociado a la igualdad de derechos y oportunidades en materia económica, de representación política o de toma de decisiones, sin incorporar la variable de género, es decir, la aplicación de ese concepto entre hombres y mujeres. Un valor que está perdiendo fuerza y centralidad en la medida en la que las condiciones de vida de la sociedad vasca van mejorando en las últimas décadas.

La tesis doctoral de Espiau pone de relieve que la particularidad del proceso protagonizado por la sociedad vasca parte de la existencia de un espíritu colectivo que consideraba que el cambio era posible y confiaba en la capacidad endógena de transformación. "No creían posible, ni esperaban que nadie viniese de fuera a solucionar el problema", afirma Espiau. Por ello, el emprendizaje colaborativo y en red, en el que se ha basado el modelo vasco de innovación social, hace que sea más competitivo, y a la vez más equitativo y respetuoso con el medio ambiente, que los modelos tradicionales, basados fundamentalmente, en el individualismo.

Con este escenario, las conclusiones de esta investigación, que recoge el testimonio de un total de 471 personas que han sido entrevistadas durante el trabajo de campo, no podían ser muy optimistas hasta el punto de que Espiau lanza una alerta sobre "la evolución y cambio de tendencia muy significativo en la forma en la que se está construyendo el imaginario actual sobre el modelo de desarrollo".

En este sentido, se desliza un cierto conservadurismo de la sociedad vasca, al destacar la gran dificultad que existe en tomar decisiones disruptivas que puedan poner en riesgo el nivel de vida alcanzado en las últimas décadas, a pesar de la existencia de unas buenas condiciones institucionales, económicas y sociales para poder llevar a cabo procesos de transformación como la registrada en las últimas décadas. "Una sociedad que prioriza conservar el status quo tendrá más dificultades para construir soluciones innovadoras", subraya Gorka Espiau. Toca ponerse manos a la obra para tratar de cambiar la tendencia. Nunca será tarde. l

Afortunadamente, todavía tenemos algunas cosas que podemos enseñar al mundo como es el movimiento cooperativo de Mondragon que sigue despertando el interés internacional