n sus muy celebrados diarios, Ignacio Peyró menciona con ironía los actos autonómicos que de uvas a peras se celebran en el Congreso, saraos donde, así lo cuenta, uno se topa con "un camarógrafo de La Mancha TV, una becaria de Onda Llobregat o un locutor que graba una pieza para Bierzo Networks". Le hace gracia oír a unas periodistas gritar ¡el presidente, el presidente!, girarse y ver "aplomado, triunfante, nimbado de gloria... a Juan Vivas, presidente, sí, de la ciudad autónoma de Ceuta". Vaya decepción. Menuda paletada. Se siente, sir, pero los ceutíes tienen presidente como los canarios tienen televisión.

En varias redacciones capitalinas se han enterado ahora de que existen informadores allá lejos, fuera del cogollo madroñero, y de que algunos son magníficos: un presentador de Televisión Canaria, una analista de El Apurón, un correcaminos que graba una pieza para Coast FM Canary Islands, un suponer. Los asombra el gran trabajo de sus colegas palmeros, quienes al parecer solo deberían ser duchos en el baile del sirinoque y la melancolía guanche. En provincias, ya se sabe, vegeta quien no tiene afán ni remedio, y si le das un micrófono se dedica a la jota o a revolver migas.

Hoy, tribuletes metidos a vulcanólogos surfean la lava gracias a unos desconocidos reporteros isleños que, por primera vez, no tienen que blanquear su acento para ser escuchados fuera de casa. Periodistas sobre el terreno, les llaman, dando así por hecho que cabe ejercer el oficio desde las nubes. Lo de La Palma, en fin, ha sido el canario en la mina del gremio, la advertencia de que el periodismo será también local o no será.