n 22 de junio pero hace 80 años, Hitler ordenó la invasión de la Unión Soviética en lo que supuso el inicio del fin del régimen nazi. Es una buena efeméride para recordar, ya que todos compartimos que lo que los nazis hicieron fue una salvajada. Sin embargo, resulta que hoy no, pero sí este jueves, 24 de junio, se cumplirán 40 años de otra tragedia sobre la que, desgraciadamente, no tenemos tan claro que lo fuera. Un día de San Juan de 1981, fueron acribillados a balazos tres jóvenes en Tolosa. Eran Iñaki Ibargutxi, y los dos hermanos, Juan Manuel y Pedro Conrado Martínez. Habían pasado la mañana en su trabajo de venta a domicilio de libros y música en euskera. Comieron en el restaurante Beti Alai y, al dirigirse a su coche, ETA los asesinó a sangre fría en plena calle. Al menos dos de ellos estaban comprometidos con la política. Pedro en el Partido Comunista e Iñaki, en EAJ. Familia y amigos identificaron la autoría de ETA. Los que apoyaban a esta, en cambio, inculparon al Estado español y hasta organizaron una manifestación de apoyo a ETA. Al poco tiempo, la mujer de Pedro recibió una carta en la que la banda reconocía que había sido un error, aunque tuvieron que pasar 37 años hasta que precisamente en su último Zutabe, ETA asumiera oficialmente su crimen o, en su jerga, acción armada, al haberlos confundido con tres policías. Vamos, que los asesinaron pero por error. ¿Eso supone que el resto de todas las personas a las que ETA segó sus vidas no fueron un error? ¿Si los tres de Tolosa hubiesen sido realmente agentes, habría sido un acierto? No pocos creen que sí, mientras reclaman memoria. Cuando dices que tus caídos son asesinados, pero los de tu adversario solo fallecidos por error, casi mejor no hablar de memoria sino de olvido consciente, de ese olvido que mantiene viva la idea de que matar, siempre que no sea a los tuyos, está bien.