l 22 de abril de 2007 se celebró, en el Palacio Euskalduna un acto inédito para las familias que habían sufrido el zarpazo de ETA, en el que el lehendakari Ibarretxe reconoció que no se había estado a la altura de las circunstancias y entonó un lo siento colectivo. En aquel mismo acto, el escritor Angel Lertxundi arrancó su discurso con una pregunta: "¿Qué nos ha pasado?". Alguien como Abascal y sus excompañeros del PP, llevan años haciendo gala de saber la respuesta y hasta dando lecciones a los demás al respecto.

El ministro de Interior, la directora de la Guardia Civil y el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, han recibido cartas amenazantes acompañadas de balas. No ha hecho falta que la Policía haya dado veracidad a las mismas, para que cualquiera con un mínimo sentido democrático se percate de que una nueva frontera política ha sido cruzada. En aquellos tiempos oscuros de Euskadi, no pocos quitaban valor a las amenazas, o creían que se lo merecían. Ahora Vox las considera un montaje victimista y el PP las condena con una mano, mientras mantiene la otra agarrada a su socio de gobierno en Murcia y Andalucía.

Las elecciones de Madrid superan la contienda por el gobierno de la Comunidad, y hasta la futura pugna por la Moncloa. El resultado puede abrir una falla en una cultura política española que lleva tiempo agrietándose. El "todo vale" para hacer daño político a corto plazo, se queda en algo menor frente al bandolerismo político sobre el que Vox cabalga, por España en general y en Madrid en particular. En cualquier caso, Vox cumple lo que se esperaba de un partido populista de ultraderecha. Pero ¿el PP? En Europa, la derecha conservadora o liberal no pastelearía con Vox y menos aún gobernaría con ellos. ¿Qué les ha pasado al PP y a sus votantes para querer gobernar con quienes abiertamente no condenan la violencia?