Echenique y la decencia

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Las imágenes de las manifestaciones en Madrid contra el racismo y la violencia policial en EEUU no tienen explicación ni justificación alguna. Igual que la revuelta de los cayetanos resultaba ridícula en formas y fondo, un fondo mejor no hace que las formas mejoren. Pero Echenique no opina lo mismo, él cree que el virus distingue entre los asistentes a una manifestación con "decencia" y los que lo hacen a una convocada por fachas de toda la vida. Echenique va más allá: "No compro el eslomismo", asegura. A mí lo que no me venden es a un científico que no es capaz de ver la gravedad de una manifestación en Madrid.

Enagás y los enchufes

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El número dos de Podemos (donde todo es muy horizontal pero el orden de los más poderosos se numera) lleva unos días sembrado en incoherencias: una de las más llamativas ha consistido en criticar la entrada en el consejo de Enagás de los socialistas Montilla y Blanco (que es criticable) y justificar la de Cristóbal José Gallego, del entorno de Podemos, en ese mismo consejo. Los partidos ocupan los consejos y envían a sus representantes a su criterio, por lo que estar en contra de los nombramientos de los otros y a favor de los propios solo es un ejercicio de cinismo. Como dice Javi Vizcaino: allá a quien le cuele.

Turull y la respuesta

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Sigue Echenique en racha. Después de demostrar una incoherencia (o cara dura) al alcance de unos pocos, se pone pico y pala a trabajar el victimismo del gobierno de coalición en el que Podemos tiene un vicepresidente, dos ministras y dos ministros. Asegura Echenique que ningún gobierno ha sido perseguido judicial y mediáticamente como el suyo. La respuesta de Jordi Turull a semejante burrada sí que es una muestra de dignidad y altura política: Turull formó parte de un gobierno al que encarcelaron primero y condenaron después por cumplir su promesa electoral de avanzar en el soberanismo catalán.