Los resultados de estas elecciones generales ofrecen desde Euskadi el ejemplo de dignidad democrática que una vez más ha dado la sociedad vasca en las urnas: contra viento y marea y en un contexto político que invitaba más a la desafección y al hartazgo ante esta nueva llamada a las urnas, los ciudadanos vascos hemos respondido llenando las urnas de votos comprometidos con la convivencia democrática, como lo demuestra el dato de una participación de casi el 70% y un inquebrantable compromiso con la salvaguarda de nuestros principios plasmado en la ausencia de representación por parte de Vox, C’s y PP, las mismas fuerzas políticas que convirtieron la Asamblea de Madrid en un mitin en el que defendieron la ilegalización de fuerzas políticas nacionalistas.

La respuesta de la ciudadanía vasca ante tal suma de desatinos populistas se ha plasmado en un resultado espectacular del PNV, con siete diputados y nueve senadores. Ese liderazgo político se consolida, sin duda, y ha de venir de la mano de una consolidación de la cohesión social que requiere, más que nunca, diálogo a la búsqueda de consensos para hacer frente a nuestros retos.

¿Y la gobernabilidad en el Estado español? Estas elecciones han confirmado y agudizado el bloqueo político e institucional: la izquierda no refuerza su mayoría, la nueva contienda electoral ha impulsado al PP (de 66 a 88 escaños) y ha consagrado la explosión de Vox (de 24 a 52 diputados) tras el enorme batacazo de Ciudadanos.

¿Cómo salir del atolladero? Negociar exige tener una sincera voluntad de querer llegar a acuerdos; decía W. Churchill que para negociar hay que conciliar. Negociar no supone claudicar ni mostrar debilidad. Y la pregunta que cabe hacerse ahora es qué ha cambiado tras estas elecciones para que tal bloqueo no se enquiste. El PSOE sigue siendo la primera fuerza pero ha perdido fuelle y apoyos en una victoria amarga y el PP se siente a su vez vigilado y controlado de cerca por esta extrema derecha emergente que representa Vox.

El PSOE podría tratar de lograr la investidura de Sánchez explorando la debilidad sobrevenida de C’s mediante una fórmula similar a la del pasado julio (es decir, poniendo de acuerdo a los partidos de izquierda y a los nacionalistas) pero reemplazando a ERC por Ciudadanos, algo muy complicado si nos atenemos a los discursos de campaña; la segunda vía pasa por apoyarse en el PP. No son fórmulas sencillas de materializar, ni una ni otra, y el único incentivo real para explorar vías alternativas es el vértigo ante la hipótesis de unas eventuales terceras elecciones. Otra solución más imaginativa, pero igualmente complicada de articular, pasaría por reemplazar a los líderes actuales y renovar interlocutores. Parece muy improbable esta opción, pero podría ayudar a superar la compleja situación de bloqueo.

El conflicto catalán ha catapultado a Vox. La gran baza electoral de esta formación de extrema derecha ha sido la cuestión nacional, proponiendo mano dura frente a la ausencia de audacia argumental y de medidas políticas ancladas en el diálogo por parte de un PSOE preso de sus complejos e incoherencias en relación a la cuestión territorial. ¿Qué hacer? Nunca es tarde para el diálogo democrático, nunca.