Llevamos quince días de permiso para salir con niños. En casa somos tres, llevamos aislados de los demás ocho semanas y hay una normativa que nos impide salir a los tres juntos a dar una vuelta. No hemos salido juntos. ¿La normativa me parece idiota o bastante idiota ahora mismo, ya que sale medio país unos ratos y medio otros ratos? Sí, me lo parece, pero no hemos salido. No digo con esto que seamos ejemplares, al contrario, pero sí que son normas que no cuesta cumplir y por tanto las cumplimos. Llevamos una semana pudiendo salir a pasear y hacer deporte y en esas salidas ves claramente a una gran mayoría guardando distancias, no juntándose, respetando lo que nos dicen. Pero, al mismo tiempo, ves decenas de cuadrillas de chavales y chavalas, grupitos de corredores o ciclistas, padres y madres saliendo juntos y quedando con familias y amigos o conocidos, de igual manera que padres y madres alargando quince minutos el regreso a casa a las 19.00 o runners adelantando su salida. No sé, ignoro si es puro egoísmo, insensatez, idiotez profunda, anarquismo mal entendido, torpeza postural o qué es. Comprendo a la chavalería, porque todos hemos pasado por ahí y sabemos qué se siente entonces, pero ¿el resto? No seré yo quien sea amigo de vigilancias, multas, uniformados e historias así, al contrario. Y no sé si semejante volumen pequeño en porcentaje, pero grande en números absolutos de pasotas al aire libre supone un riesgo de rebrote de nada, lo ignoro. Pero no sé si somos capaces de darnos cuenta de que nos estamos jugando el futuro de millones de personas si seguimos haciendo el gilipollas. Veía un montón de vigilancia hace unas semanas, cuando si salía uno a la calle a lo máximo que iba a contagiar era a una alcantarilla. Veo mucho menos ahora. Quizá sea una falsa percepción, pero veo menos. E insisto en que ojalá no hiciera falta, pero unos pocos parecen empeñarse en que sí.