Uno de nuestros ejercicios favoritostras las elecciones consiste en hacersumas. Al parecer nos interesa mucho saber cuántos somos de los nuestros; cuántos abertzales, cuántos de izquierdas, cuántos constitucionalistas, o lo quesea. Sucede, sin embargo, que cuando se trata de jornadas con más de una urna elempeño no resulta tan sencillo, a pesar de laenorme facilidad de algunos para sumar ysumar arrimando el ascua a su sardina.
Pero uno es más torpe y no acierta a dilucidar si los miles de ciudadanos que el domingo votaron en urnas contiguas al PNV y a EHBildu son neoliberales o son gente comprometida con la izquierda; si están a la vez afavor y en contra de la incineradora o elTAV. Tampoco si aquellos que distribuyeronsu voto entre los jeltzales y el PP son abertzales o unionistas; convencidos republicanos o admiradores de los Borbones. O si losque lo hicieron entre los de Arnaldo y Podemos son en realidad independentistas ofederalistas.
Se le ocurren a uno muchas otras combinaciones e infinidad de supuestas contradicciones. Contradicciones, si hacemos caso aaquellos que piensan que la gente debevotar según los paradigmas y las compatibilidades que establecen con no poca rigidez.Se les hará cansino esclarecer si su vecino ysu cuñada están en realidad a favor deMaduro o de Guaidó. Aunque, en honor a laverdad, hay que reconocer que estos expertos ?y optimistas? contables terminan concluyendo que los ciudadanos duales hanvotado con pleno convencimiento cuando lohan hecho a los propios y ha sido un efímero préstamo cuando han introducido en laurna de al lado una papeleta tóxica.
Préstamo, voto dual, sociedad líquida, realidad compleja. He aquí el manual de explicaciones que utilizamos con profusión durante jornadas como estas para interpretarcomportamientos electorales como los descritos. ¿Realidad compleja? Mira Iñaki, lascosas son mucho más simples de lo que aveces os empeñáis en analizar, me dijo ellunes el amigo Xabi, que la víspera habíavotado tres opciones diferentes y en las tressalió victorioso.