¿Usted qué prefiere, tener losbienes/productos/servicios enpropiedad o poder disfrutarde ellos según conveniencia? Es posible quela respuesta a esta pregunta sea la de “depende”. Ahora bien, si nos paramos a analizar unmomento cuánto ha cambiado esa preferencia en las últimas dos décadas, mucho metemo que nos veremos en la circunstancia deresponder con algo así como “sustancialmente”.
Parece evidente que el hábito aún arraigadoen nuestra cultura de tener los bienes en propiedad está perdiendo peso ante propuestasalternativas que proporcionan un acceso yposibilidad de disfrute de los mismos. Si nosremitimos a los datos, no solo se puede argumentar que nos encontramos ante un cambiode tendencia, sino que estamos inmersos enuna realidad que se está extendiendo comouna mancha de aceite que aumenta de formaimparable. Indudablemente, el imparabledesarrollo de distintas tecnologías existentes y otras en desarrollo que están reduciendo loscostes de transacción a toda velocidad tienenmucha culpa. Pero vamos a ver: ¿nos hemosdado cuenta de que la compañía de taxis másgrande del planeta (Uber) no tiene ningúnvehículo en propiedad? ¿Y de que uno de losmedios con mayor alcance del planeta (Facebook) no crea contenido? Curiosamente, ladistribuidora más valiosa del planeta (Alibaba) no tiene inventarios, y la mayor empresaproveedora de acomodo inmobiliario tampoco tiene inmuebles en propiedad (Airbnb).¿Seguimos? En el mayor “videoclub actual(Netflix) puedo ver una serie/película sin tenerque comprármela, y puedo escuchar toda lamúsica que quiera sin tener ningún disco enpropiedad (Spotify). Quien tenga afición por lalectura no tiene por qué comprar libros uno auno, mediante una cuota puede tener acceso amás de 800.000 títulos comprando el libroelectrónico de Amazon. Para quien guste dejuegos y consolas, Sony ya está dando acceso apoder jugar a multitud de juegos en su PlayStation sin tener que comprarlos, y la conocidamarca de coches deportivos Porsche ya ofreceun servicio de suscripción con el que permitepoder disfrutar de distintos vehículos de suparque según preferencias del momento desus clientes.
En una cultura de consumo donde el cambioy renovación en productos y servicios es una constante a la que cada vez más personas ledan valor, la temporalidad está dando pie a laproliferación de formas de consumo y modelos de negocio donde el acceso y disfrute prevalece sobre la propiedad.
Pensándolo bien, la hasta ahora tan valoradapropiedad tiene el inconveniente de que sialgo mejor se presenta en el horizonte hayque deshacerse de ello, quedarse “desfasado”,o asumir el costo de oportunidad de no disfrutar de otras opciones. Por el contrario,tener acceso y disfrute a bienes y serviciospor una cuota da la posibilidad de beneficiarse de actualizaciones, alternativas, cambios yversiones que resultan en una interacciónconstante entre ofertante y consumidor. Vistolo visto, no es casualidad que un crecientenúmero de bienes que históricamente seadquirían en propiedad se estén convirtiendoen servicios. Viéndolo en retrospectiva, unode los primeros productos que se convirtió enservicio fueron las aplicaciones de software.Pagabas una cuota por utilizar el programade turno y se te aplicaban las mejoras y modificaciones que se hicieran en él. Sin embargo,los últimos años esta tendencia ha pasado delos programas informáticos a hoteles(Airbnb), herramientas de mano (TechShop),ropa (Stich Fix, Bombfell), juguetes (NerdBlock, Sparkbox), comida (Blue Apron, Munchery) y se está extendiendo a su vez a muebles, salud, albergue/refugio, vacaciones oeducación.
El cambio de modelo tiene implicacionesdiversas. El acceso acerca el consumidor alproductor, y este identifica mejoras. El accesoes también una forma de proveer de nuevaspropuestas a tiempo real. A esto hay quesumar que la creciente tendencia de incorporar más y más tecnología en productos comocoches, máquinas, relojes, bicicletas, electrodomésticos, etc. llevará a que se conviertanen servicios.
Expertas como Raquel Bostman estiman queestos modelos generarán transaccionescomerciales por valor de 26 billones de dólares a corto plazo. A día de hoy, según un estudio de la consultora Pricewaterhouse, el 19%de la población adulta estadounidense harealizado alguna transacción en negocios deeste tipo, y el aumento se estima como imparable.
Desde un punto de vista empresarial esto tiene al menos dos implicaciones. La primera,que dará lugar a una proliferación de negocios bajo este concepto incorporando productos o servicios impensables hasta elmomento. La segunda, que muchos de losmodelos convencionales de venta de activostendrán que adaptarse y/o reaccionar, o en sudefecto sufrir las consecuencias y en algunoscasos desaparecer.
El boca a boca generado por aquellas personas que han visto satisfechas sus expectativashará que optar por estas soluciones sea progresivamente más habitual. Como modeloeconómico, la creciente valoración del concepto del acceso a bienes y servicios en vez desu propiedad es una variable que previsiblemente se irá extendiendo a más y más productos. En definitiva, hace no muchos años ninos planteábamos comprar ciertos bienespor Internet, lo mismo ocurrirá con el accesoa otros convirtiendo lógicas como renting,leasing, préstamos, contratos temporales,subscripciones, reventa, intercambio, cesiones o arrendamientos a productos que hacepoco difícilmente concebiríamos bajo unalógica que fuera distinta a la propiedad.