Hubo un tiempo en el que, por ley, las candidaturas de los partidos al Senado se organizaban por orden alfabético. Por ello, para poner en primer lugar a la persona que se quería priorizar en la terna, se recurría a candidatos con apellidos más retrasados en el abecedario.Ejemplos los tenemos a docenas pero pongamos el botón de muestra: En 2008 a Javier Rojo le acompañaron en la candidatura socialista alavesa Ángel Urquiza y Yolanda Vicente.

La ley cambió y ya no es obligatorio el orden en función del apellido, motivo de más para que los partidos continúen colocando a su preferido en primer lugar. La razón es sencilla, y es que entre la escasa gente a la que le da por hacer sus propias cruces en vez de depositar en la urna la papeleta sepia ya marcada que le ha enviado el partido, siempre sale mejor parado el candidato que figura en primer lugar.

El dato es demoledor, porque este factor supera por lo normal al que debería ser más decisivo, esto es, votar a candidatos de diferentes partidos por su capacidad o afinidad, independientemente del orden que ocupen en su terna. Si a ello unimos el hecho de que los votos nulos al Senado han llegado a veces a cuatriplicar a los del Congreso, la cuestión deviene en descorazonadora en cuanto a las elecciones al Senado se refiere.

Es lo que le contesto siempre al amigo Julen cada vez que me viene con la cantinela de que debemos ir hacia un sistema con listas abiertas. Le digo que estoy de acuerdo, pero a su vez la pregunto cuántas veces ha ejercido él su derecho a marcar sus propias cruces en la única papeleta en la que se puede hacer. Nada, le da pereza y le gusta ir con las papeletas desde casa ya marcadas en imprenta.Dice además que le da corte meterse en la cabina con un bolígrafo.

Hay veces, muchas veces, en las que para exigir ciertos cambios legislativos podríamos también nosotros mismos comenzar a cambiar nuestros propios comportamientos. Estaríamos mucho más cerca de las listas abiertas si empezáramos a actuar de otra manera con la papeleta sepia. O cuando menos, mucho más legitimados para pedirlas.