Síguenos en redes sociales:

La profesionalidad

La profesionalidad

esta semana falleció la madre de un famoso presentador de televisión, al que desde aquí doy el pésame. El presentador, lejos de abandonar su puesto de trabajo ese día, trabajó y, al acabar el programa que conduce, comentó entre lágrimas que dedicaba el programa a su madre, “que ha fallecido esta mañana”. Cada cual vive estas cosas tan demoledoras como van saliendo y ni mucho menos soy nadie para decir ni una palabra de lo que hizo o dijo este buen hombre, que querría a su madre como todos hemos querido o queremos a la nuestra: hasta más allá de lo explicable. El caso es que, en las redes sociales, la respuesta a su decisión de estar ese día preciso al pie del cañón fue ensalzar “su profesionalidad”. Y es ahí donde se produce la aberración, no por parte de él, que nada tiene que ver, sino por parte de quienes consideran que uno es un profesional mejor o peor por trabajar el día en el que muere su madre. O al día siguiente o al otro. Pudiendo elegir no hacerlo, ojo, que hay personas que igual desgraciadamente no pueden ni elegir. Esta persona sí pudo, eligió trabajar, pero por no por ello es mejor o peor profesional. De hecho, creo, sinceramente, que esta clase de actitudes -muy respetables- se convierten en malas cuando son tratadas como ejemplo de nada, como los de esas madres o padres que a la semana de tener un crío ya están currando como alimañas -pudiendo no hacerlo, insisto- y su imagen se nos vende como “muy profesional”, de los que llegan a todo: a todo no se llega. Para mí profesional es otra cosa. De hecho, creo que ser profesional incluye dejar de trabajar los días estipulados, las horas estipuladas y, dentro de lo que uno puede y está a su alcance, trabajar exclusivamente lo que toca, lo mejor posible y ya. Pero por aquí aún triunfa esa visión épica del trabajador como alguien inoxidable, que mejor es cuantas más horas mete y sin una mueca de dolor.