Futboleros y guiñoles
El pasado jueves comenzó en Moscú la competición deportiva más seguida y multitudinaria del mundo, la Copa de la FIFA, el campeonato del mundo de fútbol, deporte-espectáculo íntimamente ligado al desarrollo de la tele y consumo en audiencias millonarias. Con una ceremonia eficaz, contenida y hasta casi breve, el cantante británico Robin Williams y la soprano Aida Garifullina pusieron en marcha un auténtico atracón de retransmisiones futboleras, que dominarán el mundo de la tele durante un mes de partidos, jugadores, jugadas y aspectos colaterales de la competición deportiva que cada cuatro años asoma a las pantallas.
Sentido del ritmo, economía de recursos, colores fulgurantes y la música como hilo conductor de la gala previa al primer partido de la Copa, dominaron la realización de un espectáculo contenido, atractivo y televisual, que pudo tener más desarrollo temporal, pero los gestores televisivos entendieron que lo importante era el balón rodando.
Y mientras el fútbol invadía la tele, los monigotes de Canal + se iban de la programación, hacían mutis por el foro y pasaban al baúl de los recuerdos de la tele francesa. Personajes de guiñol, copias de los variados actores de actualidad han terminado su viaje en antena y se han dormido entre los vídeos gloriosos de la historia de la creatividad televisiva.
Los guiñoles, inolvidables copias de políticos, actores y artistas varios, duermen ya el sueño de la fama adquirida en su hacer mediático. Trapos, silicona y otros accesorios para dar vida a las réplicas de los vivientes testigos de la actualidad.Es ley de la tele someterse a la fugacidad, caducidad y tiempo de luz y sombra que acompaña a quienes se hacen populares y reconocidos por la exposición mediática, que son familiares, cercanos y reconocibles para apagarse un día en el recuerdo de los consumidores-televidentes.