-en el teatro griego cada personaje llevaban máscaras que identifican a cada personaje de la obra-, Galtzagorri comenta en la panadería-pastelería en que el grupo se ha refugiado-, el teatro es la vida, todos representamos un personaje, todos nos construimos una máscara en función del personaje que representamos en cada momento y en cada escenario?

-En el rugby no caben máscaras- dice el Barón de la Florida-, tienes que ser quien eres todo el partido, quizá en el fútbol se pueda representar un papel pero en el rugby?

-En el rugby también se usan máscaras y no solo cuando juegas con la nariz delicada -corta Murray-, ¿O en el pasillo antes de salir al campo nunca has exagerado lo mala bestia que eras delante del contrario? A esas máscaras aparentes se refiere el filósofo de Gros, y se usan en el rugby a todos los niveles.

-Yo quería referirme a algo más amplio -Galtzagorri añade-, claro que el rugby es una representación en que intervienen dos, mejor tres con los árbitros, troupes en una improvisación preparada, toda buena improvisación requiere de mucho trabajo previo y que, antes y después del partido, hay mucho teatro en los protagonistas? Pero yo me refiero a las máscaras de dirigente eficaz y honrado que llevan unos, de estratega infalible que llevan otros, de buen padre preocupado por la imagen de la selección?

-Vale, entendido -interviene el Barón de la Florida con el segundo plato de cookies en la mano-, es verdad que los delanteros a veces parecemos un coro griego, pero para jugar bien en la delantera hace falta vivir el personaje, como los buenos actores, mientras que otros hacen el clown, dejando caer el balón a la mínima y no miro a nadie.