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Que nos quiten lo ‘escuchao’

La nostalgia también forma parte de la televisión. Y las voces de doblaje forman parte de nuestro inventario emocional. Hace poco falleció una de esas voces que nos han acompañado toda la vida. Era la voz, ¿cómo definirla?: clemente y viva de la huérfana Heidi, la nostálgica de Mary Ingalls de La casa de la pradera y la más irreverente Yrsa de Sense 8 que por cierto Netflix acababa de desahuciar su tercera temporada. Y es que para lo bueno y para lo malo le debemos mucho a esta manía nuestra del doblaje tanto en la televisión como en el cine. Hemos contado con grandes actores que dedicaron su voz al doblaje y se me ocurren a bote pronto unos cuantos. Constantino Romero, capaz de suplantar la voz de Clint Eastwood en Harry El sucio o aquella frase de El bueno, el feo y el malo: “El mundo se divide en dos, Tuco: los que encañonan y los que cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala”. Pero también a actores míticos como Roger Moore o Michael Kaine. Cómo olvidarse de la voz de Ricardo Solans imitando a Robert de Niro en El cabo del miedo y aquel “abogadoooo...” que tan bien imita Andreu Buenafuente o el “No siento las piernas” que dio para un personaje de televisión y encumbró a Santiago Urrialde en el programa de Pepe Navarro Esta noche cruzamos el Mississippi. Una voz que en la misma semana te la podías encontrar en cualquier filme haciendo de Al Pacino, Stallone, Dustin Hoffman. Voces irrepetibles como la de José Mediavilla que comenzó doblando a Morgan Freeman y ahora es una estrella de la publicidad. O por volver a la televisión, la de Manolo García que tanto ha hecho por mejorar al personaje de William Petersen en CSI Las Vegas. Bueno, y también para lo malo. Dicen que escuchar los doblajes y no los diálogos originales es la causa principal de que no hayamos educado nuestro oído para aprender inglés. Pues nada Abuelo, Pedro y Copito de Nieve, que nos quiten lo escuchao.