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Educación y huelga: de la consigna al argumento

la doble convocatoria de huelga que ha afectado a la red pública de enseñanza de Euskadi merece una reflexión más allá del reconocimiento del ejercicio de tal derecho. Examinar y evaluar las consignas en las que se ha basado tal doble convocatoria no persigue deslegitimar ni formular un reproche a los convocantes, sino aportar datos que nos hagan reflexionar acerca de su motivación y, lo que es más importante, sopesar en qué medida esta es la vía para alcanzar la mejora de la calidad educativa de nuestro sistema.

La primera pregunta es obligada: si la reivindicación articulada mediante la huelga se justifica en la necesidad de mejorar la calidad educativa a través de la mejora de las condiciones de trabajo del profesorado y de otras cuestiones curriculares y de recursos, y si todo ello atañe por igual a los centros públicos y a los privados concertados, ¿Por qué solo se ha convocado la huelga en la red pública?

Se ha afirmado por los convocantes que cuentan con el apoyo de las familias; es cierto que las Asociaciones de Padres y Madres, las AMPA, han manifestado su apoyo a la huelga pero, ¿qué procedimiento de consulta se ha seguido? ¿Se ha consultado a las AMPA de cada centro? ¿Han consultado a su vez estas asociaciones a las familias? ¿Se han agotado todas las vías de intermediación y diálogo para evitar o minimizar los efectos de la huelga?

En el lado de la administración cabría preguntar a sus gestores si se han agotado o no todas las vías previas de diálogo y si se ha aportado una información con datos contrastados a las familias, al profesorado y a la sociedad acerca de las respuestas a las demandas planteadas por los convocantes de la huelga. En ambos casos creo que por un lado no se ha informado con rigor de las demandas planteadas, más allá de las consignas, y tampoco desde la administración se ha informado de las posibles reivindicaciones admitidas y cómo se va a dar respuesta a ellas.

¿Cuáles son las reivindicaciones laborales planteadas y su fundamento? La primera es incrementar la inversión en educación hasta alcanzar la media de la UE . Los datos oficiales de ejercicios presupuestarios anteriores a nivel comparado y estatal son clarificadores: el porcentaje de PIB de la UE dedicado a educación es del 4,6%; en Euskadi es del 4% y el 3,7% en el Estado español. Casi el 25% del presupuesto de Euskadi se dedica a educación. Se invierte por estudiante y curso académico la cantidad de 9.868 euros, cuando la media europea es menor, se sitúa en 9.353 euros por estudiante. Y esta diferencia es aun mayor con el resto de comunidades autónomas del Estado conforme a datos oficiales comparados de ejercicios presupuestarios anteriores y que en el presente ejercicio se mantendrán similares.

La inversión en educación guarda una relación directa e importante con las ratios de alumnado en las distintas comunidades, y en este caso los datos de nuestro sistema educativo vasco no dejan lugar a dudas: Euskadi, que tiene el mayor gasto público por estudiante, tiene también la menor ratio. A todo ello cabe añadir que el sistema de becas vasco ha sido recurrido por el Gobierno español por considerarlo excesivo. Por todo ello la conclusión que cabe extraer es clara: siendo por supuesto mejorable, la financiación de la educación pública en Euskadi no es ni de lejos tan mala como se da a entender en las consignas que fundamentan la doble jornada de huelga realizada.

La segunda demanda se concreta en la necesidad de incrementar la plantilla del profesorado al menos en 2.000 plazas; reducir un 10% las ratios del alumnado y con ello incrementar 6.000 puestos de trabajo entre profesorado y otros. Esta petición debe ser analizada desde dos perspectivas: las tasas de natalidad y las ratios actuales en las aulas. Los datos de matriculación de los tres últimos cursos ya reflejan un descenso en la matrícula de casi mil estudiantes en toda la red, 700 de ellos en la pública. Y el descenso de la natalidad estimado influye de manera directa en la población escolar sobre la que proyectar estimaciones de necesidades de profesorado. ¿Y los ratios de estudiantes por aula? Euskadi es la comunidad con menor ratio y, si se analiza la evolución de los últimos años, la media por aula desde educación infantil a ESO es de 19-20 estudiantes, dos más que en el curso 2004/05 y cuatro menos que en la educación concertada. Los máximos por aula están en 23 estudiantes en educación infantil, 25 en Primaria, 30 en ESO y 35 en Bachillerato. Es cierto, por tanto, que ha habido un incremento de las ratios en los últimos años, pero las medias distan mucho de alcanzar los máximos establecidos.

A la hora de exigir reducir ratios y aumentar profesorado ha de mantenerse una coherencia con el presente y el futuro, en el que se prevén modificaciones a la baja de la población escolar. Y la tercera reivindicación, centrada en cubrir las sustituciones desde el primer día, proviene de las restricciones impuestas por el gobierno central en 2012, y que el Departamento de educación del Gobierno vasco ha intentado minimizar o moderar en su impacto. Más allá de estos datos objetivos y que creo deben hacernos reflexionar a todos, también entre todos debemos trabajar por elevar la calidad de nuestro sistema educativo, priorizar el esfuerzo orientado a compensar la situación del alumnado desfavorecido o con necesidades especiales y buscar la excelencia y la mejora de nuestra educación. Nos va el futuro en ello.