El diccionario de la Real Academia dice que fascinación es atracción irresistible, que fascina, sumamente atractiva, y algo parecido debió ocurrir en la noche del pasado jueves, cuando en el plató de La 1, en el programa Hora Punta del novato Cárdenas cuando asomó la figura leonada del actor de postín, Richard Gere y quedó todo el personal subyugado por el decir, existir y actuar de un galán unido a la belleza de Julia Roberts en una peli de flojito calado y de gran consumo como fue y es, Pretty Wooman.

Hora punta es apuesta estratégica de la actual dirección pepera de la tele pública estatal que ha hecho de este programa santo y seña de la pelea contra las privadas, T5 y A3, en un desesperado intento de recuperar galas y oropeles de tiempos que ya se fueron y difícilmente volverán.

Para ello han puesto a disposición del radiofónico y musical Cárdenas armas y bagajes; la presencia de Richard en el plató fue síntoma del buen hacer de productores que birlaron la pieza a los del Hormiguero y así Pablo Motos se quedó con un palmo de narices al perder a la estrella del séptimo arte, que se paseó fascinando al personal del insulso programa.

El presentador, colaboradores, invitados y demás quedaron abducidos por el karma, aura y vibración del actor que se apoderó del programa que funcionó al ritmo que él quería, ayudado por la intérprete que tradujo cara a cara los mensajes del invitado. Un actor seducido a su vez por la presencia y mensaje del Dalai Lama, de quien se confesó una vez más, ardiente defensor y seguidor de enseñanzas.

Se sentó donde quiso, contestó a su manera a las insulsas preguntas del periodista, miró y remiró a quien se le puso a tiro de cámara y se convirtió, como no era para menos, en el eje mediático ante un presentador flacucho y sinsorgo que dirigió la supuesta interesante entrevista.