hace aproximadamente un año el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), elaborado por Deusto Business School, la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Mondragon Unibertsitatea y la Universidad Autónoma de Barcelona, puso en evidencia que el emprendizaje, es decir, la puesta en marcha de un negocio o actividad económica no formaba parte del horizonte profesional de nuestros jóvenes, y situaba a Euskadi por debajo de la media del Estado y de países como Italia o Japón.
Esas conclusiones derivadas de los descensos que registran cada año los porcentajes de personas que muestran intención emprendedora y de aquellas que están involucradas en la puesta en marcha de un negocio causaron gran sorpresa porque ponían en evidencia lo que ha sido el ADN del tejido empresarial de este país.
Un año después estamos viendo cómo esa situación reflejada en ese informe se desvanece por completo cuando en los últimos meses estamos asistiendo a varios acontecimientos que ponen en valor las pymes y las startups como es el caso de Smart Up -que tendrá lugar el próximo martes en el Kursaal de Donostia-, que va a ser un punto de encuentro y de conexión entre ese tipo de empresas para fomentar la cooperación, la innovación y el emprendizaje con el fin de que puedan dar lugar a colaboraciones fructíferas en el futuro.
En este mismo año se han puesto en marcha en Gipuzkoa un total de 419 nuevos proyectos empresariales tanto industriales como de servicios, gracias al impulso del Plan de Reactivación Económica desarrollado por la Diputación de Gipuzkoa, que es uno de los ejes estratégicos del Gobierno foral presidido por Markel Olano y que contempla una inversión plurianual de 50 millones de euros hasta el año 2019.
De esas 419 nuevas empresas, 40 son startups de alto contenido tecnológico y 31 son proyectos de intraemprendizaje en el seno de compañías ya establecidas, según destacó la diputada foral de Promoción Económica, Ainhoa Aizpuru, al presentar el balance del primer año de aplicación del plan.
Estos datos ponen de relieve que a la hora de medir el emprendizaje como lo hace el GEM, hay que tener en cuenta a qué proyectos empresariales se está refiriendo porque no es lo mismo la puesta en marcha de un negocio maduro y de servicios como puede ser una frutería -por muy innovadora que sea y para lo que no se requiere de una gran inversión ni grandes conocimientos-, que impulsar una startup de base tecnológica que debe desarrollar un producto, testarlo en el mercado e iniciar su actividad desde cero.
Probablemente, haciendo esa segmentación de lo que es el emprendizaje en Euskadi y, muy particularmente, en Gipuzkoa nos llevaríamos grandes sorpresas porque durante los años de la crisis se han duplicado los proyectos presentados por startups que han incorporado más calidad y valor añadido en sus propuestas y, por lo tanto, una mayor complejidad. Esto quiere decir que el perfil del emprendedor que se involucra en este tipo de iniciativas no parte de la necesidad, sino de la oportunidad de crear una empresa de éxito en el ámbito científico y tecnológico, a través del desarrollo de nuevos productos que estima demanda el mercado.
El perfil del emprendedor guipuzcoano es de una persona con experiencia empresarial y origen universitario que procede del ámbito científico y tecnológico o que ya está trabajando en una compañía, donde tiene responsabilidades, y decide abandonarla para desarrollar su proyecto empresarial con carácter innovador y con encaje en el mercado.
Y precisamente en los peores años de la crisis, en concreto, en el período que comprende los años 2007 a 2014, se crearon en Gipuzkoa un total de 157 empresas innovadoras de alto valor científico y tecnológico que, a día de hoy, siguen estando vivas y desarrollando su actividad a plena satisfacción.
Aunque pueda parecer extraño la UPV/EHU también es una gran generadora de nuevas empresas de futuro. Solo en el campus de Gipuzkoa, entre los años 2000 y 2015 se han creado un total de 42 nuevas compañías que han generado 424 nuevos puestos de trabajo. Algunas de esas empresas que tienen vida propia o forman parte de importantes grupos empresariales vascos son ya conocidas como Datik, Iline Microsystems, Nexplora, Saludnova, CounterCraft, etc.
Son empresas que aportan un alto valor añadido en sectores de biociencia y salud, energía, ingeniería de software y fabricación avanzada y que serán la base de nuestro tejido empresarial de los próximos diez o 20 años que tiene que estar basado en la innovación y el conocimiento para que este país sea competitivo a nivel global como es en la actualidad en muchos ámbitos.
Y ese impulso por el emprendimiento innovador de base tecnológica no hubiera sido posible si en este país no hubiera existido desde hace ya varias décadas un ecosistema de carácter público-privado de impulso al desarrollo de las startups formado por una red en la que participan el Gobierno Vasco, las tres diputaciones forales, la universidad, los centros tecnológicos y las empresas. Una red que impulsa nuevos proyectos empresariales desde la aportación de fondos públicos en cada etapa del ciclo de vida de la empresa y que promueve la existencia de fondos privados proactivos para invertir en las nuevas empresas.
Es el Sistema Vasco de Emprendimiento que desarrolla 110 programas y actuaciones con una inversión de más de 60 millones de euros al año para el impulso no solo de nuevas empresas en el ámbito de las biociencias, energía y fabricación avanzada, sino también en el intraemprendimiento, es decir, el desarrollo de nuevas líneas de negocio, productos o servicios desde las propias compañías ya establecidas, como una importante fuente de crecimiento y generación de riqueza en las organizaciones.
Por eso, el desarrollo de departamentos de I+D en el seno de las empresas es clave en la estrategia de una compañía no solo por lo que supone de mejora continua de producto, sino porque puede dar origen a nuevas líneas de negocio que pueden complementar la actividad principal o tener un funcionamiento autónomo e independiente de la matriz.
Este ecosistema que ha puesto a las startups como objetivo estratégico de país ha dado lugar a la puesta en marcha de fondos para la creación de nuevas empresas innovadoras como el impulsado por la Diputación de Gipuzkoa, con la colaboración de Elkargi SGR y el Fondo Europeo de Inversiones (FEI), que financia al emprendedor hasta un máximo de 600.000 euros, en un plazo de siete años y a un interés de Euribor más 1%. También hay que destacar de manera importante la implicación de Geroa EPSV, que ha creado un fondo de 5,5 millones de euros para invertir en startups y en el que también intervienen como avalistas Elkargi SGR y el FEI y colabora la patronal Adegi.
Asimismo hay que hacer mención al Basque Fondo de Capital Riesgo participado íntegramente por el Gobierno Vasco para favorecer el emprendizaje y que gracias a su existencia muchas nuevas empresas innovadoras con periodos de maduración largos y complejos no hubieran podido avanzar y llegar hasta hoy.
El modelo de carácter público-privado en la creación de nuevas empresas innovadoras con un sentido estratégico hacia sectores emergentes de gran desarrollo futuro y que van a constituir la base sobre la que se asiente nuestro tejido productivo en las próximas décadas ha demostrado ser de una gran eficiencia en lo que supone de impulso, acompañamiento, dotación de medios y financiación de proyectos que, en la mayoría de los casos, son complejos y de larga maduración.
Una cuestión que sería prácticamente imposible desde la iniciativa privada por mucho que, desde algunas instancias, se quiera minusvalorar el peso del sector público en la creación de empresas innovadoras y que puede dar lugar a ciertas duplicidades que no van a traer más que confusión y desorientación entre los emprendedores.
Si existe un modelo que funciona desde hace más de 20 años y que ha puesto en marcha numerosas nuevas empresas de éxito no tiene ningún sentido desarrollar otras iniciativas, sino focalizar los esfuerzos en una sola dirección.
Simplemente por una cuestión estratégica de país y de utilización óptima de nuestros recursos.