la productora televisiva Proamagna pegó un jugoso pelotazo con el programa de Bertín Osborne que entonces se llamaba En tu casa o en la mía y que se emitía en la cadena pública La 1 y que por avatares del negocio se pasó a T5, cambiando de nombre y anunciándose como Tu casa es la mía o algo parecido.

La última entrega, dedicada al actor triunfador en Hollywood Antonio Banderas, volvió a demostrar que el programa funciona si el entrevistado funciona, da juego, cuenta historias de carne y hueso y sabe mantener el ritmo narrativo que las cámaras registran con excelente fotografía e iluminación.

Sentar a un personaje en el sofá de casa es planteamiento elemental y conocido que Bertín solventa a base de reír caballunamente, revolverse inquieto en el asiento y preguntar con mayor o menor gracia, siguiendo pautas de los guionistas, que el falso periodista se presta a presentar en un formato de entrevista, creando una atmósfera que en algunos casos funciona y en otros se acartona, por repetición y falta de novedades en el discurso.

Bertín es un magnífico ejemplo de intrusismo en la profesión periodística asentada sobre el ejercicio diario de hacer preguntas para conocer la actualidad, la realidad. Osborne repite su mecánico modo de preguntar esté delante Plácido Domingo, Manuel Benítez El Cordobés o el mismísimo Antonio Banderas, anfitrión en su envidiable choza de la campiña londinense.

Bertín se agarra al piñón fijo del cuestionario y trata igual a churras que a merinas, abusando de tics, maneras y modos de sentarse, mirar y preguntar. Y encima, le va bien. Ya lo decía mi aita, es más importante caer bien que ser gracioso. Ánimo Osborne, sigue así hasta la victoria final. Te olvidarás de cantar.