es posible que haya pocas coincidencias en estilos, actitudes y conductas de comportamiento entre Bertín Osborne y Cristiano Ronaldo, pero en los últimos días se asemejan como gotas de agua por su comportamiento intolerante, macarra y barriobajero. Y el resultado de este modo de actuar se manifiesta en posturas fascistas, autocráticas y prepotentes: Cristiano al arrojar a un lago el micrófono de un comentarista de la televisión lusa y Bertín al arremeter contra Buenafuente y su parodia de entrevista ficticia con el dictador y asesino de la Humanidad, Adolfo Hitler.
Ambos personajillos, emborrachados de fama y aplauso popular, se han creído los reyes del mambo y han arremetido contra profesionales de la información, que hacen su trabajo y punto, sin tener que aguantar a mamarrachos recrecidos por éxitos profesionales, que protagonizan momentos desgraciados de actualidad televisiva.
En el caso de Cristiano ya se sabe que es difícil soportar la presión mediática y la exposición a los medios que muchas veces llegan a acosar a los muñecos de actualidad, que deben pagar este tributo en aras a la dinámica actual de prensa, radio, tele y red, que devora insaciablemente cada día cientos de historias demandadas por ávidos consumidores.
Cristiano ha mostrado su estilo altanero y pagado de sí mismo, con un desprecio absoluto al trabajo de un profesional de la tele. Bertín no ha sabido encajar la parodia crítica que le ha endiñado el humorista Buenafuente, en un ejercicio de libertad de expresión, que el cantante convertido en entrevistador de éxito tenía que haber entendido y aceptado galanamente. Arremeter contra los comunicadores es comportamiento torpe, que demuestra el talante facha de individuos como los citados que, subidos en el pedestal de la gloria, no aceptan las reglas del juego que determinan que hoy te toca a ti, mañana a mí.