Emboscando la actualidad
t ras las elecciones del 20-D, las ruedas de prensa se han convertido en el instrumento básico de relación entre personajes del momento político y la pomposamente llamada opinión pública, que en muchas ocasiones no tiene nada que ver con la opinión publicada en prensa, machacada en informativos radiofónicos o repetitivos y monótonos telediarios. Una y otra vez se repiten los monólogos de las figuras del proceso político que atril en ristre y cara de buenos amigos desgranan sus monólogos supuestamente informativos en los que hablan mucho y dicen poco en un ejercicio agostado de preguntar y responder, en una construcción de palinodias y cantos aburridos del yo soy bueno, son los otros los que no ayudan a la solución del entuerto salido de las últimas elecciones generales. Los manuales del periodismo contemporáneo repiten una y otra vez que el preguntar se constituye en camino fundamental para conocer y construir la actualidad y por ello entrevistas, ruedas de prensa y similares son necesarios instrumentos de quienes tienen que recoger declaraciones, posicionamientos y movimientos de los actores del circo político y mediático. Todo lo que sea interrumpir, prostituir o manipular el ejercicio de preguntar y correlativo responder juega en contra del democrático ejercicio de la comunicación pública, tan necesaria en situaciones de espesa niebla comunicativa como las actuales. Los protagonistas de esta coyuntura mediática quieren arrimar el ascua a su sardina, no contestando a lo que se pregunta, negando la posibilidad del repreguntar, negando la dialéctica de pregunta-respuesta y así se desayunan con declaraciones que no dicen nada. Preguntar en nombre de la audiencia es práctica habitual en cualquier país mínimamente desarrollado, por eso nuestras cotidianas ruedas de prensa suenan a prácticas rutinarias vacías de información, emboscando la actualidad.