a decir verdad, el tema que hoy se va a tratar en este análisis no es que apasione a la inmensa mayoría de nuestra sociedad, que ya da el asunto por amortizado. Sin embargo, no puede negarse su trascendencia política puesto que de ese asunto hacen unos pretexto para no atender las justas y democráticas reivindicaciones de otros que, paradójicamente, necesitan de su solución para progresar en su evolución política. Se trata del desarme de ETA, para el que el Gobierno del PP no está dispuesto a aportar ningún impulso y que dificulta de manera extrema el proceso hacia la paz definitiva y la convivencia normalizada de este país.

Este asunto, como se ha dicho, no parece preocupar demasiado a la ciudadanía vasca pero a pesar de ello no es de recibo referirse a él desde la intoxicación informativa ni desde la elucubración política interesada. Aun para muchos marginal, se trata de una realidad lo suficientemente seria como para ser tratada con objetividad y sin alardes publicitarios.

Hace unos días, un periódico guipuzcoano de amplia difusión publicaba en portada y con grandes alardes tipográficos que ETA planeaba la creación de un nuevo comité internacional “de expertos”, que actuaría de fedatario entre los gobiernos español y francés para validar el supuesto sellado definitivo de las armas y explosivos. Ese comité tomaría el relevo de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), que se constituyó el 28 de septiembre de 2011 para controlar “el alto el fuego permanente, general y verificable” declarado por ETA.

Los lectores recordarán aquel fiasco al que tuvo que someterse el CIV en una esperpéntica entrega de material bélico (?) a la que siguió, además del desengaño y frustración generales, un acoso judicial a los mediadores inconcebible en un país democrático. Pues bien, a pesar de aquel amargo trance, el CIV ha seguido y sigue intentándolo en medio de grandes dificultades y hasta riesgos personales. Pero su meritorio trabajo se tropieza con la cerrazón inmovilista del Gobierno español, la interesada complicidad del Gobierno francés y la incapacidad de ETA para tomar decisiones audaces para que se pueda inventariar y localizar la totalidad de sus arsenales.

El momento, por tanto, sigue siendo de total estancamiento, agravado por la calculada acción policial conjunta que interesa a los estados para dar sensación de que el terrorismo sigue siendo perseguido. A ETA, por su parte, no le quedan opciones para valorar su presencia más allá de los esporádicos comunicados monocordes y el mantenimiento del apoyo social evidentemente a la baja porque no se comprueba ningún avance. Este apoyo social precisa de novedades, de noticias que confirmen la supervivencia de ETA y su influencia en el proceso.

Quien haya filtrado a ese diario esta última referencia a las decisiones de ETA sobre su desarme, sabe que el CIV no ha sido ni mucho menos relevado, ni lo va a ser, por otro supuesto comité de expertos internacionales. Difundir datos inexactos sobre un tema de tal envergadura es una frivolidad irresponsable, más aún si de lo que se trata es únicamente de mantener el cuento de que se mueve lo que permanece inmóvil

Y si de frivolidad se trata, no se sabe si a rebufo de la publicación de esa “no noticia” o por iniciativa propia, la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, echó mano del deseado “cierre de ETA” barriendo para casa con otro cuento chino: Mariano Rajoy será quien lidere el proceso. Como suena.

En unas declaraciones en las que, de paso, arremetía contra el alucinante supuesto pacto entre PNV y EH Bildu para la paz y el autogobierno, Arantza Quiroga aseguraba que si hasta ahora Mariano Rajoy no se ha ocupado del desarme y la disolución de ETA ha sido porque no ha tenido tiempo y ahora no toca. El presidente ha estado tan ocupado por resolver la crisis económica de España, que no se ha podido ocupar del asunto. Pero, eso sí, teniendo en cuenta que Rajoy está casi tocando con los dedos la total recuperación económica, la presidenta de su partido en la CAV anuncia que en la próxima legislatura, a partir del 2016, será el presidente español quien lidere el final del ciclo.

Otra frivolidad o, si me apuran, un alarde de cinismo. Mariano Rajoy no se ha ocupado de colaborar al cierre del ciclo de ETA, y no lo ha hecho deliberadamente. Ha preferido no mover un dedo para otra cosa que para impedir el final ordenado de la organización armada y así lo haría en caso de que volviera a presidir el Gobierno español, porque sólo cree en la solución policial y, por otra parte, porque su sumisión a algunos colectivos de víctimas le impide ninguna iniciativa que suponga un final pactado. Y aunque ETA se desarmase y se disolviera, sería ingenuo pensar que Rajoy, erigido en vencedor, iba a respetar los derechos humanos de los presos políticos vascos, los vencidos. Lo de Arantza Quiroga, por tanto, hablar por hablar con la precampaña electoral de fondo.

Ni el Gobierno presidido por Rajoy ni ETA están asumiendo sus responsabilidades para el desarme y la disolución definitiva de la organización armada. Suposiciones, bulos y frivolidades no van a resolver el estancamiento del proceso que, a día de hoy, es incuestionable.

Difundir datos inexactos sobre un tema de tal envergadura como el relevo de la Comisión Internacional de Verificación

es una frivolidad irresponsable

Mariano Rajoy no se ha ocupado de colaborar en el cierre del ciclo de ETA, y no lo ha hecho deliberadamente. Ha preferido no mover un dedo