El problema de fondo de Euskaltel no son los incentivos de casi 50 millones de euros que 24 directivos de la compañía de telecomunicaciones van a recibir por su salida a Bolsa, siendo relevante sobre todo a efectos públicos y conociendo el origen público de la compañía, ni tampoco que los accionistas (Kutxabank, los fondos de inversión Investindustrial y Trilantics e Iberdrola) se van a repartir un dividendo extraordinario de 200 millones de euros de una empresa que el año pasado cerró con un beneficio de 50 millones de euros para lo que han tenido que recurrir al endeudamiento externo cuando la empresa estaba saneada, así como las grandes plusvalías que van a obtener al vender parte o la totalidad de las acciones que tienen.

La cuestión del caso de Euskaltel es por qué hace dos años y medio Kutxabank, que era el accionista de referencia y mayoritario de la compañía que controlaba el 67,93% % de los títulos, decidió vender una parte a dos fondos de inversión extranjeros sin que aparentemente hubiera razones que justificaran tal decisión, teniendo en cuenta que la operadora de telecomunicaciones es una empresa estratégica para este país y tractora de otras compañías.

Si la respuesta es que las entidades supervisoras como el Banco de España o la troika (FMI, BCE y la CE) demandaban a los bancos nacidos de las cajas de ahorro desinvertir en sus empresas participadas para centrarse en el negocio bancario para evitar una nueva experiencia de la burbuja inmobiliaria y las nefastas consecuencias que ha tenido en el sistema financiero, por qué Kutxabank no hizo lo mismo con Iberdrola o Petronor.

Como el argumento no era ni es creíble habrá que colegir que la política de desinversiones que llevó a cabo Kutxabank, bajo la presidencia de Mario Fernández, tenía más que ver con convertir a la entidad en un negocio atractivo y sin ataduras que lastrasen su cuenta de resultados para su posterior venta a capital externo o su posible salida a Bolsa, siguiendo el manual al uso como estamos viendo. De ahí el empeño de que Kutxabank fuera la entidad más solvente del Estado, confirmando la tendencia iniciada años antes en solitario por Kutxa y BBK.

Afortunadamente, la operación no salió adelante cuando desde el PNV se dieron cuenta de la deriva que estaba teniendo Kutxabank con la posible entrada de agentes externos en su capital y su más que probable desvinculación con el país, por mucho que se pusiera en valor el arraigo del banco con el territorio y su vocación de servicio con los ciudadanos y las empresas. Una idea que se ponía en cuestión de manera permanente entre los empresarios cuando se hablaba de sus problemas de financiación. Ahora hace un año que el PNV tomó la decisión, a través de BBK, accionista mayoritario de Kutxabank, de destituir a Mario Fernández de la presidencia de la entidad.

Alguien deberá de responder por qué a Kutxabank se le permitió vender y dar entrada en el capital de Euskaltel con un paquete de 48,1% a los fondos de inversión Investindustrial y Triatlantics , sabiendo que este tipo de entidades son especialistas en generar beneficios en el más breve plazo de tiempo importándoles muy poco lo que pueda pasar en la compañía, una vez que ya la han abandonado.

La prueba es que lo que en diciembre de 2012 se vendió por 400 millones de euros, el próximo 1 de julio Euskaltel saldrá a Bolsa con un valor entre los 1.100 y 1.400 millones de pesetas, o lo que es lo mismo que esos dos fondos de inversión que arriesgaron 200 millones de euros en entrar en la operadora de telecomunicaciones saldrán con unas plusvalías cercanas a los 700 millones de euros en apenas dos años y medio.

Por s fuera poco el peso de Kutxabank en Euskaltel se ha reducido a menos de la mitad de lo que tenía en 2012 cuando controlaba el 67,93% de las acciones que con la venta pasó a ser de un 49,9%. Tras la salida a Bolsa se quedara con el control del 30,1% del capital, tras obtener unas plusvalías en la operación del 350 millones de euros.

Debo decir que todo este asunto relacionado con la salida a Bolsa de Euskaltel al margen de ser desproporcionado, teniendo en cuenta el modelo de país que queremos seguir construyendo desde el arraigo y el compromiso de sus empresas y las circunstancias económicas en las que viven sus ciudadanos con la crisis, va a significar también dilapidar el capital emocional de 20 años de una compañía que nació como símbolo de un nuevo país que había conseguido contar con su propia compañía telefónica y ser autosuficiente en ese sector de la misma forma que se intentó reducir la dependencia energética.

Conviene recordar que Euskaltel nació en el año 1995 fruto de un pacto entre el PNV y el PP, por el que los jeltzales a cuyo frente se encontraba Xabier Arzalluz, dieron su apoyo a la investidura de José María Aznar al no tener la mayoría suficiente para ser elegido presidente del Gobierno español.

El hecho de que Euskadi contara con su propia compañía de telecomunicaciones no fue nada fácil por cuanto, a pesar de existir el acuerdo político con el PP, la propia Telefónica de entonces y hoy, Movistar, se encargó de poner todo tipo de dificultades y trabas a la naciente Euskaltel para impedir su puesta en marcha, ya que tenía que utilizar sus infraestructuras si quería dar servicio.

Precisamente, para evitar esta situación de acoso y derribo y con una visión avanzada, el Gobierno Vasco realizó grandes inversiones para montar una red propia de fibra óptica que llegase a todo el país y que luego fue vendida a Euskaltel, lo que hizo posible que la operadora vasca, tuviera no solo esta infraestructura, sino de una mejor calidad que su competencia. Hay que recordar que esa inversión se hizo con el dinero de todos los vascos.

Estas referencias junto al fuerte componente emocional que ha tenido la marca con Euskadi, ?basta recordar el equipo ciclista y la importante proyección que de lo vasco se hizo en el exterior?, es lo que parece que algunos quieren hacer desaparecer de Euskaltel para convertirla en una empresa más, en donde lo que prime es maximizar la inversión realizada en el menor tiempo posible sin importar el futuro de la compañía y su arraigo con el entorno.

Por eso llama la atención que el 63,5% del capital social de Euskaltel que se va a sacar a Bolsa se vaya a colocar entre fondos de inversión internacionales en vez de hacerlo entre particulares con lo que no solo se reforzaba ese gran componente emocional que significa Euskaltel para los vascos, sino que era una vía de popularizar la compañía y asegurar su arraigo.

Con la fórmula que se ha adoptado dentro de otros dos años, una vez que los nuevos accionistas de Euskaltel hayan comprado alguna empresa de cable en Asturias o Galicia y den valor a la compañía venderán sus acciones en el parqué bursátil, eso si sin meter el ruido de ahora y a buscar otra empresa para conseguir las máximas plusvalías.

Tras la operación de Euskaltel nos espera la de Ibermática donde el fondo de inversión Proa Capital seguirá el manual de maximizar la inversión de 32 millones de euros que hizo para adquirir el 55% de su capital y proceder a la venta de la empresa, tras haber realizado una gestión en que la compañía, en la que Kutxabank cuenta con el 15% del capital, tras desprenderse del 32,97%, ha perdido notoriedad y presencia en el mercado. En este caso, los directivos tienen un 15% del capital y cuentan con plaza en el consejo. Otra herencia del paso de Mario Fernández por Kutxabank. l