Las planas mayores políticas se devanan los sesos en la búsqueda de explicaciones ante los últimos fracasos electorales y husmean el territorio a la caza y captura de la correspondiente cabeza de turco para cargarle el mochuelo de la derrota electoral.
Un portavoz cualificado de la armada gaviotera dio con la clave del asunto al afirmar que el fracaso ha radicado en una mala campaña de información realizada, lanzando el socorrido grito de que hay que mejorar la comunicación.
La sociedad contemporánea está estructurada con base en los medios que procesan y gestionan las relaciones de instituciones, empresas, partidos y asociaciones y la política se vehicula a través de los mismos e infinidad de veces se ha escrito que la política se dirime en los medios que son escenario obligado del lanzamiento de proyectos, mensajes e ideas de quienes se pelean en la arena partidista.
Dominar los medios, manejar sus ritmos, gestionar sus características son cometidos que los partidos entregan a los asesores de imagen y gabinetes de comunicación que tallan el estilo del cliente, candidato o personaje público en el día a día del machaqueo informativo de los medios.
Esta obviedad social parece olvidarse en campaña y luego ocurre lo que pasa y ahora todos prometen enmendarse y corregirse, pero cada uno seguirá con su alargada sombra comunicativa que lo identifica entre los ciudadanos electores y a los que es difícil vender peras por manzanas.
Conocemos a nuestros actores de lo público y su manera de mentir y ocultarse tras los rasgos del personaje en discursos y argumentos que nos hastían. Sentencian que la culpa del tortazo es del mal comunicar, y esto no deja de ser excusa cuando lo fundamental es jubilar al candidato fracasado en el embate electoral y dar la cara ante la O.P. sin echarle la culpa al vaivén del tren electoral.