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‘Santi Potros’

Millones de personas no encajan emocionalmente -difícil de encajar, lo admito- que alguien como Santi Potros esté en la calle. No he puesto ya esté en la calle porque llevaba preso desde 1987: 27 años. Es comprensible -emocionalmente- que a muchos les cueste, porque a la inmensa mayoría de los seres humanos no nos agrada que asesinos en masa, sanguinarios y confesos anden por ahí sueltos, por mucho que algunos se hayan arrepentido, por mucho que las diversas leyes amparen su puesta en libertad, disfrutando del aire, del sol y de las cosas bellas de las que no pueden disfrutar sus víctimas ni tampoco miles de familiares, algunos muy muertos en vida. Eso es tan humano como esperable, especialmente cuando quien recobra el campo abierto es uno de esos de los que en los 80 y 90 muchos por aquí recitábamos sus nombres, apellidos y mote de carrerilla, como se hacía con los árbitros de fútbol, de los que siempre se aprendía uno los dos apellidos. De estos te aprendías los dos apellidos y el apodo. Santiago Arróspide Sarasola Santi Potros era uno de esos y el que quiera saber qué hizo no tiene más que leer o ver documentales. Pero si una directiva europea ha dictaminado que los años de cárcel son años de cárcel se cumplan donde se cumplan -algo que parece lógico- no veo a qué el gobierno, cualquier gobierno, tiene que “no entender” o sí entender nada, ya que hasta donde yo sé aquí los tres poderes siguen vigentes y entonces este “no entender” solo es un querer quedar bien ante esos millones de ciudadanos que emocionalmente no encajan que la vida por ahora sea así, algo que tampoco es nada nuevo, por otra parte. Son tiempos en los que las excarcelaciones se usan como munición electoral y se quiere arropar -o simular arropar- a posteriori todo lo que no se arropó a su debido tiempo como si variar ilegalmente el presente pudiera variar el pasado.