¿Se desinfla 'Sálvame'?
Hay soporíferas tardes en las que parece que el fuelle narrativo del programa cutre de Mediaset, Sálvame, está tocando a su fin en medio de vacilaciones, faltas de ritmo y claudicaciones del rebaño de colaboradores que apacenta con enérgico mando el coqueto y descarado Jorge Javier Vázquez. Se pasea por el plató, sube y baja, entra y sale, como muñequita linda a la que hubiesen dado cuerda total y no pudiera detenerse.
Veinte colaboradores componen el elenco de personajes que se dejan destrozar, intimidar, zarandear y derribar por riguroso orden de aparición y sabedores todos de que en algún momento, por exigencias del guión, tocará subirse a la picadora de intimidades, privacidades y honras varias.
Todos terminan subiéndose al cadalso y desnudando sus lindos cuellos para que la afilada guillotina rebañe sus pescuezos en pro de la audiencia y el mantenimiento del formato, que desgastado hasta la saciedad todavía mantienen las huestes de Vasile. Aunque en ocasiones aquello esté sin fuelle, el hastío invade los rostros de los comparseros que muestran gestos de cansancio, agotamiento y escasas ganas de seguir en la noria mediática, sometidos cada día a un inhumano estrujamiento de sus neuronas.
Pueden estar llegando a su fin los días gloriosos de un singular modo de hacer tele en estado puro, en riguroso directo y sin truco ni cartón, desvelando los rincones del plató donde la productora, (La fábrica de la tele) ha triunfado durante muchas temporadas. Varias colaboradoras fuera de combate como Terelu Campos y Rosa Benito, otros secos en su caudal de pimpampum televisivo como Mariñas o Karmele Marchante y la audiencia desinflándose y bostezando a la espera de una novedad, un personaje, un hecho distinto que cada día es más difícil de fabricar o encontrar. Prepárense seguidores del programa, el fin del imperio romano está próximo, o al menos, eso parece.