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Ni loco

tRATARÉ de ser lo más sincero posible y lamento el lenguaje, pero las palabras -todas- tienen su función y si las usamos es porque creemos que sus variantes o sinónimos no alcanzan a expresar lo que alcanzan las que utilizamos o al menos no tan rápida y claramente: estoy hasta los cojones. Sé que esto a muchos y muchas les echa para atrás y lo entiendo y lo apruebo. También que tiene un tufo machista o lo que leches sea eso y lo comprendo. Pero es la realidad. Estoy hasta los cojones de que cada mayo, cada abril, a veces cada junio, los medios de comunicación nacionales y también locales acojan en sus portadas, en sus pantallas iniciales web, en sus programas de televisión, en sus informativos, asuntos relativos al Himalaya solo si ha tenido lugar o una muerte o una situación extraña -la lamentable actuación de algunos líderes sherpas frente a Moro y Steck, en el Everest- y nunca jamás con anterioridad informen acerca de qué van a hacer o dejar de hacer los diferentes escaladores y escaladoras a los que luego destinan páginas, minutos e imágenes. Muy hasta los cojones. Por cuestiones del azar, fui y soy amigo de un escalador fallecido. Le ayudaba como amigo -como él a mí- a la hora de tratar de hacer visibles sus expediciones, para que sus patrocinadores -especialmente Lorpen, que vende a nivel nacional e internacional- se viesen reflejados en sus notables actividades. Era como darse contra un muro. Nos reíamos, pero, como periodista, a mí sí me molestaba. Siempre que sucede algo terrible, recibo no una sino varias llamadas muy amables para ver si entro en antena o cosas así. Las agradezco y las rechazo todas. No voy a ensuciar los nombres de Alexei Bolotov, Juanjo Garra o Kheshap Sherpa ante medios que ni sabían quiénes son. Ni el de Iñaki Ochoa de Olza. Ninguno.