La noche del sábado se mueve
lA noche de los sábados ha sido hasta hace unos meses terreno cercado por los profesionales de Mediaset, que habían hecho de la información y opinión un cotarro para el desvarío, griterío y desmadre mediático. El nervioso presentador Jordi González era y es el maestro de ceremonias de un segmento horario que había acaparado T5 con fruición y entusiasmo gracias a una fórmula cercana a lo escandaloso, con tertulias y tertulianos agresivos y desnortados. La noria y su sucesor, El Gran debate, son productos que la cadena italiana mantiene en antena para hacer de la actualidad un ejercicio de entretenimiento y pasatiempo televisuales. La decisión de LaSexta de entrar en la pelea por la audiencia y publicidad en la noche sabatina se ha resuelto con un acertado producto donde se combina entrevista, tertulia, debate y circo mediático en una fórmula más dinámica y atractiva que la de los viejos dinosaurios de T5. La destreza conductora de López que insinuó en su paso por ETB se ha convertido en santo y seña de un espacio que a veces amenaza con desbarrar, pero que Iñaki sabe recoger y reconducir. Un elenco de opinadores en una formula estética a lo Balbín recuerda al clásico La clave, fundamental en el arraigo democrático en la transición. Combativos periodistas como Eduardo Inda, Alfonso Rojo o Marhuenda dan caña a la actualidad enfrentándose en discusiones que rozan la descalificación y torpeza mental, y que hacen de un género serio, un patio de violentas vecinas enfrentadas y malencaradas. Especialistas de variado signo se pasean por el plató dando claves económicas y soluciones manidas a la crisis que nos asuela. El espacio se ha asentado y la audiencia de la noche se reparte entre dos fórmulas, una añeja y pasada de moda con un presentador redicho y otra, novedosa y atrevida con un conductor cada programa más seguro.