Cuando pisé por primera vez el edificio que alberga Diario de Noticias y en el que antes de llamarse como se llama ahora se llamaba Navarra Hoy, yo tenía 17 años y medio. La siguiente vez que lo pisé, tres meses después, fue para quedarme. Los textos se escribían en unas pantallas que te reventaban los ojos, las fotos de agencia entraban por una máquina que las imprimía en un papel que seguro que era tóxico y que iba cayendo a un cajón marrón de tela como de aspiradora, se podía fumar, el que quería bebía siempre y cuando fuera responsable -jajaja-, los sábados y los domingos había partidos de baloncesto de mesa a mesa y todo era un caos mágico y cabrón y en el piso de abajo unos cuantos tipos recogían de un aparato que era como una especie de impresora los textos que los de arriba enviábamos, para cortarlos con un cutter y, siguiendo el diseño a mano de la maqueta de cada página, encajar en ella los titulares, subtítulos, cintillos, sumarios, textos principales, fotos, gráficos y todo lo que vomitara aquel trasto y nuestros dedos desde arriba. Esos tipos eran magos del periodismo, y siempre tenían los dedos llenos de cortes y de pegamento, porque esa especie de impresora imprimía en formato casi pegatina y además ellos tenían que pegar el papel a las planchas de impresión para filmar las páginas y de ahí a la rotativa. Era gracioso cuando al día siguiente veías en el periódico la sombra de un pelo. El jueves me encontré con uno de ellos, con una birra en la mano, un elemento de esos que te llevarías al fin del mundo y más lejos, un auténtico genio. Albertosi, va, que el 2013 va a dar un respiro, seguro, es imposible que sea tan cabrón como 2012. Habrá que ir encajando y pegando cada pieza enana con mucha paciencia, alegría y amor. Y de eso tú lo sabes todo. ¡Vamos!
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