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Caralibro

Mediante esta columna -soy así de egocéntrico y tontainas, esto no son unas líneas detrás de otras, es una columna, qué pasa- comunico a Facebook -y por tanto al universo, incluido Petilla de Aragón- lo siguiente: estimado Zuckerbergengerswaschtaiger; mira, majo, conocerte no te conozco de nada, de verte. Y tu chica parece maja, así, de lejos. Te diré también que yo, que también aunque no te lo creas visto este estado de derrumbe en el que me hallo he estado en Harvard, aunque fuera por fuera y solo porque había allá alao una cafetería de esas de donuts con cositas pegadas de colores y que abría pronto -¡cinco de la mañana!- y te dejaban sacar el café fuera y así se lo llevaba a la cama a mi rival, que duerme como una morsa y estábamos alao ocupando la casa de una familiar justo en el piso de arriba de un café que se llamaba y se llama Café Pamplona -¡que lo sepas!-, te diré, caradehaba, que te puedes meter todo lo que publico en mi muro directamente por la propia zona escrotal, porque, además, y en general, yo también lo robo de aquí y de allá y lo hago para hacer un rato el mico, que se me da bastante bien aunque no haya estudiado en Harvard ni cotice en bolsa -escrotal- ni tenga instalada una empresa en el Valle de la Silicona ese en el que estáis todos los bodoques forraos de pasta que habéis estao en Harvard o en esos sitios con chaquetas de chándal con capucha y cordoncillos y el nombre en letras grandes y que, qué duda cabe, sois unos genios y nos alegramos mucho por vosotros y por la china, por supuesto. Porque a mí lo que más me gustó de aquello, majo, era una librería que estaba a la vuelta, en Mass Avenue, llamada Nuevos y Viejos Libros. Mientras tu puto invento no acabe con esos sitios, como si me robas el pasao, caralibro. Pero por laba tienes caralibro tú.