La gente se solivianta con cualquier cosa, cuando el tipo del PP que dijo que el juez Pedraz había actuado como un "pijo ácrata" al archivar la causa contra los ocho convocantes del 25-S no decía sino la verdad. Pijo tiene pinta de ser, a qué engañarnos. Y su resolución, sí, ha sido ácrata. Lo cual es fantástico, justo y deseable para el futuro. Es que no es lo mismo anarco que ácrata, como bien explicó tanto en sus libros como en sus declaraciones Fernando Fernán-Gómez. Acabo de volver a ver cómo saludó al público que de pie le aplaudía sin cesar tras recibir el Premio Donostia en 1999 y su gesto, con las manos en alto agarradas. Explicó más tarde -y lo recoge Diego Galán en su libro Jack Lemmon nunca cenó aquí- que se trataba del saludo ácrata. La acracia significa ausencia de coerción como forma de gobierno. La coerción es la amenaza de utilizar la violencia. Basta con la amenaza. Así saludó Fernán Gómez al público en 1999. Nada que ver con el saludo anarquista, aunque lo enterraran con una bandera anarquista. La anarquía la pedía más a título individual, no como ausencia de un gobierno, aunque seguro que todos estaremos de acuerdo en que si un gobierno es como este o el anterior o la gran mayoría que te llamen anarquista es un halago. Pedraz hizo lo que había que hacer: absolver a los que están contra el sistema. Miento. Eso es lo que se lee en muchos periódicos: los antisistema. Para menospreciar y etiquetar. No, no, contra este sistema, contra este, contra el que la inmensa mayoría de los diputados elegidos se rebelan en cambiar. Claro que la gente vota, claro, pero porque es lo único que queda e incluso si no votas es peor. Así que ácrata es un piropo. Aunque el tipo del PP no tuviese ni puta idea, como es de esperar de un pijo.
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