Aver si consigo, por una vez en la vida, explicarme: me la pela si Urdangarin es un pirata sordo con parche en el ojo y cara de bueno y unos vástagos como saliditos en serie de un puto libro de los Hollister. Me la pela. Me es también por completo indiferente qué ropa lleva Letizia, a qué colegio van sus hijas, qué altura tiene el rey, dónde esquía su hija mayor y con quién y por qué y cómo acabó lo suyo con Astolfi, qué hace la reina en sus horas libres -¿?-, qué dinero gastan, de quién es, qué papel juega en todo esto la prensa, la reacción de los hasta hoy callados en cuanto uno ha metido la gamba -públicamente-. Yo soy de El Jueves. Desde que tengo uso de razón. El Jueves es el único medio serio de este país desde hace 35 años. El único. Todos los demás, no. Dicho eso, sigo tratando de explicarme. Si el rey no fuese campechano y por el contrario resultase externamente un borde, también me la traería floja. Si su hijo en lugar de alto y guapo fuese bajo y birrioso, me la traería al pairo. Si en lugar de esquiar en Candanchú, Baqueira y Aspen picasen piedra en Yarenchuk con sabañones en las manos y barbas de esas de meses que se dejan porque si se cortan no cicatrizan, me daría igual. Un país con reyes y reinas y príncipes y princesas ni es un país ni es nada, es una puta mentira. Lo que no sé es como te dejan entrar en la Unión Europea. Incluso cómo te dejan salir por las fronteras. Es incomprensible que alguien en su sano juicio asuma que haya personas que disponen de esos derechos así como así, por sus reales maíces. Todo lo demás que se pueda opinar a partir de ahí vale lo que vale: folclore. Alguien que acepta que eso sea así y se convierte en rey me merece el mismo respeto que ustedes se pueden suponer. El Jueves lleva diciéndolo 35 años. Mis respetos.
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