Buena chica
mi abuela va a pasar esta noche su noche 34.470 en este planeta. Ha pasado unas cuantas más en otros planetas, pero a ese respecto no suelta prenda. Es que cuando se pone a coser se aísla. Ha vivido con la de hoy 95 nocheviejas, 23 años bisiestos, 21 Juegos Olímpicos, 17 presidentes de los Estados Unidos, 17.000 comunicados de ETA, dos guerras mundiales, una civil y un presidente de la Federación Española de Fútbol -¿sigue aún Villar?, me preguntó ayer. Sí, abu, sí-. Hoy volverá a salir de casa a la hora en la que habitualmente se mete en la cama, mi tía le pondrá lo más guapa que se deje -es que pasa-, bajarán a la calle, andarán las aceras, sortearán las lluvias y los peligros, se sentará en un coche y sus poco más de 40 kilos llegarán a casa de mi hermana, donde entre todos le pondremos la cabeza como un bombo y la mitad del tiempo estará aislada en su mundo porque también pasa de ponerse el sonotone. Hace bien. Luego bajará el reloj de la Puerta del Sol y se comerá las uvas como una buena chica y le besaremos -como dice ella que hacemos con los bebés- hasta quitarle el brillo y para que se le reparta por toda la cara la barra de labios con la que mi tía le unta las mejillas para que coja algo de color. Es que a mi abuela el sol le da pereza. Eso haremos, sobarla bien. Y volverá a ser el motivo principal de que nos pongamos todos la cabeza a todos como para arrancárnosla. Ese y darle las gracias a nuestra tía por hacer eso esta noche. Y la anterior y la anterior y la anterior y la anterior y la anterior, hasta que se pierde la cuenta y no hay gracias bastantes. Luego se irán a su casa -pues cómo voy a estar, como siempre: mareada perdida- y nos quedaremos con el champán en la mano y la sonrisa en la boca. 34.470 noches. Acojonante. ¡Feliz 2012 a todos!