Síguenos en redes sociales:

El elegido

Yo sigo confiando en Froi y, no sé, es una intuición, pero creo que nada de lo que pase le va a arrebatar ese honor. Mi hermano piensa exactamente igual. Es lo único en lo que pensamos exacta exactamente igual. Lo mismo somos de padres distintos. O de madres. Nunca hemos hecho esa clase de preguntas en casa. Como mucho algunas tipo test y si no descontaba si fallaban nuestros padres. Va mi madre -nuestra supuesta madre, queremos decir- en cabeza fácil, es un datáfono. El señor que dice que es nuestro padre en cambio ni un puto dato, es más de hilar. Mi hermano y yo -esto sí que lo sabemos, porque una vez hurtamos el Libro de Familia y nos hicimos fotocopias. Y hasta camisetas- tenemos puestos todos nuestros huevos en la misma cesta, una cesta pequeña: la Monarquía se la carga Froilán. Ni la Lezitía ni el Hombre del Brazo de Oro. Lo hacía muy bien Sinatra en aquella película, era un actorazo el Tío Frank. En la peli, el adicto lograba, pese a muchos avatares, salir de aquello, de montones de aquellos. Vamos, encontrar un camino -tengo que dejar los libros de autoayuda, enganchan-. Muchos deportistas, en cambio, no lo consiguen. Como bien sabemos, hay muchas clases de adicciones: el dinero es una de ellas. Quiera Dios que nuestro brazo izquierdo de oro lo consiga. Si no quiere, pues nada. Eso es que estará pendiente de Froi. Las últimas noticias que mi hermano y yo tenemos de él es que está en un internado -Froi, me refiero, a saber Dios-, pero el talento destructor es como la tristeza, que por mucho que te vayas lejos... Volverá. Mi hermano y yo tenemos una apuesta de cómo va a ser que acaba con esto Froi. Él dice que se va a beber todo el Presupuesto, todo. Yo, que se va a casar con Willy Toledo. Dios no lo quiera. Si lo quiere, pues nada, cojonudo.