Una semana
Recibo un mail de un amigo en el que me dice que "(equis) y yo siempre estamos perpetrando planes ficticios e imposibles para irnos a vivir a Buenos Aires. Aunque sea a vivir una semana" y corroboro que la mejor literatura urgente que se practica hace años, aunque solo sea por cantidad y de ahí la mera estadística, se encuentra en los mails y los sms. Y muchas veces de la mano de profesionales no relacionados con escribir, que tengo otro amigo que hace troqueles y no ha leído más allá de las instrucciones del horno y manda unos mails descacharrantes de morirte porque escribe como habla, que es hablar como piensa y al hablar directamente no filtra, va todo de seguido. Y pienso: no sé si la literatura y el periodismo tal y como los entendemos hoy durarán mucho, pero siempre, siempre, encontrarán un hueco, porque eso que llevo oyendo desde que nací de que ya está todo escrito y dicho y cantado y filmado ya lo decían en los 60 y los 70 y los 80 y después y no deja de ser la cagada posterior que suelta el que ha hecho algo y quiere distanciarse y minusvalorar los intentos posteriores, como el que ha estado seis veces en el Everest o ha intentando televisar su cumbre en directo y ahora dice que "el Everest es un circo". Vete en agosto con la novia y un cocinero, como hizo Messner, súbetelo en tres días con una tiendita enana y luego hablas de circo. Quédate en casa escribiendo todos los días un algo largo y júntalo y ponle una dedicatoria y que lo encuadernen o no y que alguien lo lea aunque solo sea uno y luego ve y di que ya está todo escrito y hecho y andado. Esos y muchos más mensajes del pelo reciben los jóvenes de hoy y, como siempre, muchos de ellos no hacen ni caso y gracias a eso pues Buenos Aires genial y más de una semana pero aquí también se está bien, qué coño.