PETER Smedley es un millonario británico cuyo suicidio pudo verse ayer en la cadena pública BBC2. Un espectáculo que llevaba el rotundo título de Eligiendo morir. Toda una osadía que algunos critican como intolerable y en la que, otros, solo ven la oportunidad de crear opinión respecto de un tema tabú como es el de la muerte asistida. Smedley era multimillonario y pudo elegir su destino y también la clínica suiza Dignitas en cuyo nombre lleva implícita su especialización. Ya ven: para morir dignamente el dinero es importante. Que se permita la emisión de este documento ha traído todo tipo de críticas a la cadena. Como espectador es difícil estar seguro de poder soportar íntegramente el contenido de este documental. Hay que calibrar bien si uno está dispuesto a verlo y quien le acompaña en ese momento. Pero hay que defender la posibilidad de que pueda ser visto a quien esté dispuesto. Es todo un privilegio haber conseguido la libertad suficiente como para que su emisión esté asegurada y, desde este punto de vista, felicitar a la BBC por su valentía. Contar la realidad no tiene por qué dar miedo. Hay otras realidades que deberían hacernos temblar como la que está padeciendo Eva Mendes. La actriz latina más destacada del cine actual tiene un acosador profesional que lo dejó todo para dedicarse a perseguirla por las protegidas calles de California. Una historia que acabaremos viendo en cualquier capítulo de Mujeres desesperadas. Y para desesperación total, la de los seguidores de la Fórmula 1. Y es que la carrera del domingo los tuvo siete horas secuestrados por los cortes, banderas, interrupciones por la lluvia y los accidentes. Yo llegué al final cuando Button adelantó a Vettel en la última vuelta. Ya ven: tan bien para ser espectador de televisión, además de estar preparado, uno necesita un poco de suerte.