'Bildupuzkoa': resultados, pactos y derivadas
Con la excepción de pequeños municipios gobernados por agrupaciones de electores independientes (y de los que cabe extraer interesantes conclusiones sobre estrategias preelectorales, como el ejemplo de Zegama, donde el nacionalismo institucional se agrupó en torno a una lista propia y única y obtuvo mayoría absoluta, cinco concejales, frente a los tres de Bildu y el único de Aralar) el mapa municipal de los 88 municipios de Gipuzkoa queda definido por la rotunda hegemonía de Bildu.
El PSE logra conservar feudos importantes como Irun, Eibar y Zumarraga, y el PNV acentúa su pérdida de poder en términos de representación institucional en Gipuzkoa, al gobernar solo cuatro municipios: Aia, Hondarribia, Urnieta y Elgoibar. Es cierto que ha sumado, respecto al 2007, unos nueve mil votos más, tanto a Juntas Generales como a nivel municipal, pero ve muy reducida su capacidad de vertebración institucional, y las estrategias preelectoral y postelectoral van a conducir a la pérdida del puesto de diputado general y la presidencia de Eudel, pese a la excelente gestión de Jokin Bildarratz.
Esta catártica eclosión de Bildu merece, en primer lugar, recordar algunos datos: en 1999, las últimas elecciones a las que concurrió Batasuna antes de su ilegalización, la izquierda abertzale obtuvo en Gipuzkoa 339 concejales. Bildu ha logrado en estas elecciones 119.537 votos y 441 concejales. En 2007, ANV solo pudo presentar listas en 44 municipios, y obtuvo 193 concejales. Y los casi 73.000 votos nulos en las papeletas a Juntas Generales le hubieran convertido en segunda fuerza política, tras el PSE, desplazando al PNV al tercer puesto.
El anunciado pacto postelectoral entre Aralar y Bildu (habrá que analizar la estrategia de Aralar ante las autonómicas y cómo lograr disociar su discurso y su estrategia política de la de Bildu o la de Sortu) ha dado este sábado importantes réditos adicionales a Bildu, al obtener el bastón de bando consistorial en otros 10 municipios, algunos tan emblemáticos como Tolosa o Andoain.
Aralar ha obtenido las alcaldías de Albiztur y Elgeta y probablemente un sillón en el futuro Gobierno foral guipuzcoano en manos de Bildu.
Los focos estaban puestos en Donostia y en Lasarte-Oria: en la capital, Juan Carlos Izagirre, candidato de Bildu, ya es el alcalde de San Sebastián y cierra así una etapa de veinte años en la que ha gobernado el socialista Odón Elorza. El carácter totémico, simbólico, de la capital tiene, va a tener repercusiones en la política guipuzcoana de esta legislatura foral, porque el factor Donosti y la decisión del PNV de apoyar a Bildu frente al alcaldable socialista en Lasarte conducen de forma ya indubitada a la elección de Garitano como diputado general de Gipuzkoa.
La brecha abierta tras estas dos decisiones bloquea de facto toda potencial posibilidad de alcanzar una mayoría alternativa a Bildu en Juntas Generales, y creo que va a imprimir impronta y carácter a una legislatura en la que los veintitrés escaños de Bildu (22) y Aralar (1), frente a los 28 de PNV (14), PSE (10) y PP (4) van a exigir pactos a varias bandas y acuerdos de geometría política variable. .
No va a haber política de bloques, y las heridas y reproches abiertos en estos primeros días de legislatura van a conducir a pactos abiertos y ad hoc, específicos en razón de la materia abordada. Ni el PNV va a ejercer una oposición vinculada al bloque PSE-PP ni estos van a coincidir en su sentido de voto de manera uniforme y continua.
Sobre la premisa, básica, de los mínimos éticos de convivencia y de respeto al diferente, llega, ahora sí, el tiempo de la política. Demonizaciones anticipadas o maniqueísmos interesados y apriorísticos deben dejar paso al análisis objetivo de las políticas municipales que Bildu implante y proyecte sobre el territorio (municipal y foral) de Gipuzkoa. Eso es lo que deberá ser juzgado y valorado.