Una de las citas más sugestivas de la semana se produce cuando los martes por la noche uno se pasa por Españoles por el mundo. Esta semana repetían el capítulo de Nueva York pero, a cambio, estrenaban el correspondiente a un país tan emergente como Dubai. Tiene gancho este programa. Y más dentro de la oferta de una televisión pública. No es morboso, pero tampoco busca los personajes más marginales. La experiencia de conocer un país extranjero no viene de la mano de los miles de mochileros que recorren el mundo, no, más bien viene de la mano de gente bien asentada que incluso proporciona desplazamientos gratuitos (bien sea aviones, helicóptero y barcos) a los reporteros. Ver la experiencia vital de estos personajes intrépidos es toda una invitación a la aventura. Porque como espectadores conservamos a partes iguales la curiosidad del viajero que visita y la reticencia del habitante que acoge. Con todo, este espacio es uno de los pocos que televisivamente podría decirse que si no existiera habría que inventarlo.

Y para inventar personajes también sirve Pérez Rubalcaba, a quien ayer le volvió a preguntar el diputado del PP Ignacio Gil Lázaro por el Bar Faisán. En Antena 3, el presentador Roberto Arce insistía que mirásemos la cara de Manuel Chaves mientras el vicepresidente insinuaba la copla. Un momento mágico al que quisiera contribuir recuperando íntegramente la estrofa a la que ser refería Rubalcaba: "Bartolo tenía una flauta con un agujero sólo y a todos daba la lata. ¡Ay! la flauta de Bartolo". Para unos, la gracia estaba en la flauta, y para otros, en el agujero. En fin, un debate de altura en este mundo de políticos menores que nos asedian a diario desde los telediarios. Un agujero negro de imaginación y mamporros