la última esperpéntica figura creada por la factoría de cutrerío televisivo se llama Francisca Muñoz y la han coronado como Paqui La coles y acaba de doctorarse como nueva reina del desmadre, tras su fulgurante y abracadabrante actuación de la pasada semana, haciendo de un íntimo acto privado (utilizar el Predictor para determinar la existencia de embarazo), de la nada existencial, espectáculo para ávidos consumidores de carne humana en estado putrefacto. En el programa de este increíble premio Ondas, todo está medido, programado y encaminado hasta lo que parece más natural, espontáneo y vivo. Realizadores y guionistas determinan el trazado de la pista narrativa por la que ha de circular toda la caravana de muñecos de trapo, guiñoles de caros maquillajes y esperpentos de la España de nuestros días. Los profesionales de Telecinco han tocado fondo con la última creación de un guiñapo que puede terminar en ingreso hospitalario psiquiátrico. La bajeza televisiva, el atropello humano y la manipulación de la persona convertida en personaje para consumo de devoradores mediáticos se han manifestado de palmaria manera en el tratamiento dado a esta atropellada mujer, que tiene como único mérito noticioso el haber mantenido media docena de polvorientos escarceos sexuales con el hermano de un torero. Desde su primera entrada en plató, los chacales de Sálvame intuyeron la carne de cañón que portaba la tal Paqui, que ha quedado incorporada a la recua de monipodios, tancredos y celestinas que forman el elenco de monigotes de un programa que descubre la catadura ética y estética del personal. La coles sufrirá apretujones, retorcimientos, estrujamientos de su intimidad y vida porque los rectores del programa han descubierto que tiene pulpa para abusar de ella hasta la saciedad. ¡Qué asquito!