Una actitud que se busca en muchos de nuestros centros residenciales: sumisión del mayor y usuario. Dos meses ha llevado conseguir que la solicitud de un anciano residente fuera tenida en cuenta. Solicitaba que su TV colocada a más de dos metros de altura en la pared, pudiera ser bajada a la altura adecuada para verla con comodidad dada la escasa visión que padece y la inclinación de cuello que debía mantener. Solo en la ultima alegación al centro las palabras acudiremos a la vía judicial han efectuado el milagro ya que al día siguiente de registrada esta, la televisión fue posicionada en el lugar que corresponde para el bienestar del usuario. “No es lo normal, ha tenido suerte” son comentarios que se han oído, absolutamente descorazonador y vergonzoso. En muchos casos no se trata de medios, de dinero; es la voluntad lo que falta, la empatía, la proactividad hacia el anciano, otro modo de pensar, de actuar. Solo una transformación real de las personas que trabajan con ellos y de los altos responsables que lo gestionan podrán hacer posible que estos ancianos dejen de ser sujetos pasivos y sin ninguna opción viable de manifestar lo que desean, muy a pesar de todos esos maravillosos manuales de bienvenida al centro de los que no se cumple ni un solo párrafo, cuando el usuario o un familiar decide ponerlo en práctica.